La comarca del Camp de Morvedre ha vivido durante estos meses un nuevo ataque, con la amenaza de la enésima destrucción del empleo industrial en la zona. Una sangría que se inició con el cierre de los Altos Hornos del Mediterráneo, y se ha seguido en la última década con las plantas de Bosal, Prosidmed y TK Galmed, entre otras[1]. La última planta en la mirilla ha sido la de NSG-Pilkington, cuya dirección estaba decidida a iniciar el ERE de 116 trabajadores en la línea de laminado de su planta en Puerto de Sagunto[2]. Ya son varios los años en los que la plantilla oía amenazas de cierres y despidos: años duros para los trabajadores y trabajadoras de Pilkington, que han estado teniendo que soportar esa presión por un futuro incierto y en un contexto de derrotas en la industria de la zona.
Una vez más, otra empresa que ha querido pasar por encima de sus trabajadores cuando ni siquiera tiene pérdidas, en una planta productiva y con una plantilla cuya voluntad de continuar con la producción ha quedado patente en estos últimos años. En este caso, ante las amenazas de cierres previos, los trabajadores han llegado a renunciar al cobro de pagas extras y primas para generar un remanente que, junto a una aportación de la administración y la patronal, sirviera para modernizar las distintas líneas de producción de la planta y que se pudiera adaptar a “las exigencias del mercado”. Pero ni siquiera con esas, la burguesía no ha dudado en dejar en la estacada a más de 100 trabajadores y trabajadoras.
Las intenciones de la empresa, según había llegado a los representantes sindicales, era llevarse por completo la línea de laminado a sus plantas de Italia y Polonia, de donde ya recibían algunos vidrios laminados para finalizar en las líneas accesorias de la planta de Sagunto. Sin embargo, hasta bien entrado el conflicto, la dirección de la empresa no ha dado más datos sobre el porqué de esta decisión, y que parece que esconde algún oscuro motivo mercantil. Así es la oligarquía financiera y su miseria moral, que juega con la vida de la clase trabajadora y no se molesta ni en tener que dar explicaciones, ni siquiera a los representantes sindicales. Ni se dignan en cumplir su propia ley.
Podríamos pensar que el cierre de la planta de laminado España podría suponer un precedente para el desmantelamiento progresivo de toda la planta, tal y como suelen funcionar las deslocalizaciones y cierres progresivos de plantas productivas. Sin embargo, hay varios motivos que hacen pensar que, a pesar de un supuesto cierre de la línea de laminado, para la oligarquía financiera con presencia en el sector del automóvil es necesario mantener el resto de líneas de acabado de los parabrisas, lunas y otros vidrios. Por un lado, el vidrio producido por la compañía va a proveer a 3 plantas de automóvil ubicadas en España (Seat en Martorell, Ford de Almussafes y Opel en Zaragoza), y este tipo de industria quiere tener proveedores de cercanía, antes los cuales puedan ajustar los pedidos con poco margen de tiempo, y donde interfieran lo menos posible los problemas de transporte, los cierres de fronteras, etc. y más en los tiempos que corren. Por otro lado, la mercancía final producida en este tipo de plantas resulta muy cara de transportar por el gran volumen que ocupa, por lo que resulta mucho más caro deslocalizar ésta, que simplemente el laminado del vidrio.
Teniendo en cuenta esto, parece que el plan de la patronal de Pilkington ha sido llevarse el laminado del vidrio a Italia y Polonia, para acabar las piezas en Sagunto y distribuirlas por España. Sin embargo, no podemos pensar que esta decisión se da por un simple capricho empresarial. La burguesía no mueve sus fichas porque sí. Como bien saben muchos trabajadores, la burguesía juega moviendo sus piezas unos cuantos pasos por delante, dificultando que sepamos sus intenciones, y preparando concienzudamente sus ataques a la clase trabajadora.
En este caso, podemos establecer algunas deducciones si atendemos a la situación económica, y al crecimiento y decrecimiento de los distintos sectores económicos. Por ejemplo, en el caso de nuestro país, siendo uno de los mayores productores de automóviles de Europa, es innegable que dicho sector está en crisis, no sólo por la transición de coches de combustión a coches eléctricos, sino porque la industria automovilística es el punto de unión de muchas otras industrias estratégicas y sus materias primas (como es el caso de la propia industria del vidrio, el acero, el plástico, los componentes electrónicos, etc.). Y como tal punto de unión, acumula los desajustes y crisis que puedan surgir en todas ellas. En este sentido, la agenda de la oligarquía financiera que controla el sector automovilístico parece que es dejar caer, o como poco, debilitar progresivamente la industria de la automoción en España en favor de la producción en otros países en los próximos años. Prueba de ello son los EREs y cierres que se plantean en la Ford de Almussafes, Nissan en Barcelona, ERTEs en PSA Madrid, etc. y sus voceros ya lo anuncian en los periódicos[3][4].
En el contexto del debilitamiento del automóvil en España, las empresas que tienen detrás (por ejemplo, sus principales proveedores, como es el caso de NSG-Pilkington) ya están buscando alternativas y reduciendo riesgos. De hecho, es un modo habitual de proceder que los monopolios se repartan el mercado y vayan moviendo su producción de un sector a otro o de un lugar a otro, sin tener en cuenta las consecuencias para la clase trabajadora.
Y esta parece ser la apuesta de NSG-Pilkington, más allá de que lo haya conseguido o no en esta ocasión: ir retirando su inversión y producción en la planta de Sagunto, para reforzarla en Italia y Polonia. Está claro que esto transitoriamente le puede suponer un mayor coste, ya que tendrá que pagar el transporte de Italia y Polonia a España del vidrio laminado para ser finalizado en Sagunto y distribuido por todo el país (cosa que en parte ya hacía). Sin embargo, a la larga le supone un beneficio. En primer lugar, puede recibir algún tipo de ayuda de la UE o los países donde se deslocalice por generar más puestos de trabajo allí. En segundo lugar y como elemento muy importante, va reduciendo su sobrecapacidad, es decir, disminuye la diferencia entre su capacidad de producción total cuando funciona el 100% de su rendimiento y la demanda real de mercancías. En otras palabras, al cerrar la planta de laminado en Sagunto, las que quedarían en pie pueden funcionar a todo gas, optimizando el gasto de luz, máquinas, sueldos, etc., sin tener que hacer parones por faltas puntuales de demanda o por la continua tendencia a la sobreproducción. Y es que la propia burguesía admite que existen más fábricas de automóviles de las que son necesarias para cubrir las necesidades del mercado. En tercer lugar, refuerza su posición en Italia y Polonia, cuyas condiciones económicas, fiscales o estabilidad pueden ser ventajosas con respecto a España. Además, pueden tener un entramado de proveedores y distribuidores más potentes y con mayores garantías que en nuestro país, y además, están más cerca del mercado centroeuropeo, concretamente del Alemán, como gran productor de automóviles en Europa, y otros países como República Checa, Eslovaquia y Francia[5]. Y por último, el simple hecho de lanzar la amenaza predispone y facilita que la administración de España, la Generalitat Valenciana o el propio Ayuntamiento de Sagunto promuevan las ayudas y financiación a la multinacional.
Cabe decir que los planes de la empresa, que habían sido anteriormente pactados con los trabajadores y sus representantes, eran mantener el funcionamiento normal de la línea de laminado hasta 2024-2025. Sin embargo, parece que la crisis provocada por el COVID o el desabastecimiento de los semiconductores pueden haber acelerado los planes de la empresa, pisando el acelerador para quitar de encima el laminado de Sagunto. Esto tiene relación con la necesidad de los monopolios de adaptarse a las nuevas condiciones en medio de la guerra que libran entre ellos. Si bien, en ocasiones los monopolios se pueden repartir el mercado, estos no son un único ente sin intereses enfrentados. Entre los distintos grupos empresariales y monopolios hay disputas por el control de ciertos mercados, de fuentes de materias primas, de rutas de distribución y comercio, etc. Incluso hay monopolios más grandes que tienen una relación de dominación sobre otros. Esto hace que cambien sus planes, se intenten adelantar a sus competidores, oculten sus datos y objetivos, etc.
Ante toda esta situación, la plantilla de NGS-Pilkington ha permanecido unida, siendo ejemplo de lucha y resistencia. Tras semanas de pelea, han hecho recular el acelerón de la empresa con valentía y ejemplaridad. Esto pone en vigencia la utilidad de la huelgas, y más las huelgas con determinación como ésta. Y es que después de varios días de huelga, la empresa incluso podía tener penalizaciones económicas por parte de algunos clientes por incumplimiento de los plazos de entrega de las mercancías[6].
Los trabajadores de Pilkington han conseguido defenderse en esta ocasión del ataque mísero de la patronal. El acuerdo al que se ha alcanzado incluye: la no deslocalización de la producción, la carga de trabajo garantizada hasta 2024, la creación de una comisión para ampliar la carga de trabajo, la inversión de 700.000 euros para mejorar las instalaciones, la retirada del ERE y su cambio a prejubilaciones voluntarias o acordadas en caso de ser necesarios ajustes en la planta[7].
Es decir, la plantilla de Pilkington ha tenido que sacar las garras y plantear una huelga indefinida para volver a una situación muy similar a la que se encontraban cuando negociaron la viabilidad de la planta hasta 2024-2025. Han tenido que plantear una huelga indefinida para que la empresa decida modernizar las instalaciones de la planta, cosa que no hicieron cuando los trabajadores lo propusieron cediendo sus primas y pagas extras.
Todo esto nos muestra de nuevo, que la burguesía a nivel nacional e internacional está a la ofensiva. Que el margen de beneficio en este capitalismo decadente y despilfarrador cada vez es menor y por ello exprimen más a las masas trabajadoras. Que si flaqueamos nos barren, y sólo ofreciendo resistencia podemos defendernos.
Desde la Organización Comunista Revolución queremos expresar nuestra máxima solidaridad con la plantilla de Pilkington. Porque sabemos que su lucha no ha terminado, sino que no ha hecho más que empezar. Que la lucha que tienen por delante es la lucha de toda la clase obrera. Pero sólo si nos unimos, nos organizamos y nos dotamos de una herramienta política que nos provea de análisis, formación y capacidad de combate, podremos planificar los movimientos de nuestras piezas, como lo hace la burguesía, para poder medirnos ante ella, como mínimo, de igual a igual, o incluso pasar a la ofensiva por nuestros derechos, nuestra dignidad y nuestra vida.
[1] https://rebelion.org/la-multinacional-bosal-cierra-la-planta-del-puerto-de-sagunto-y-despide-a-222-trabajadores/
[2] https://www.europapress.es/comunitat-valenciana/noticia-pilkington-entrega-documentacion-ere-despedir-116-trabajadores-fabrica-sagunto-20211104204911.html
[3] https://www.elmundo.es/economia/empresas/2020/05/31/5ed2801521efa0a6588b45d1.html
[4] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/12/23/companias/1608728540_360467.html
[5] https://datosmacro.expansion.com/negocios/produccion-vehiculos?anio=2020
[6] https://eleconomico.es/economia-2/item/140538-los-trabajadores-de-pilkington-aprueban-el-preacuerdo-y-volver-al-trabajo-este-lunes-a-las-6-de-la-ma%C3%B1ana
[7] https://industria.ccoo.es/noticia:609162–_Quien_dijo_que_la_movilizacion_no_serviae_Tras_semanas_de_lucha_al_acuerdo_del_metal_de_Cadiz_le_sigue_el_de_Pilkington&opc_id=14d9a05d1dad008126cf50f5898eb5a4