El pasado 30 de agosto falleció Mijail Gorbachov. Desde la Organización Comunista Revolución nos unimos a las muchas personas que despreciaron en vida a Gorbachov y no tienen nada que lamentar por su muerte.
Mucha gente que es crítica con el capitalismo tiene un rechazo intuitivo hacia Gorbachov, pero con intuición no basta para derrotar al capitalismo. Si la clase obrera no tiene una postura propia, siempre va a acabar desactivada por el aparato mediático y político del capitalismo, incluyendo los discursos demagogos de aquellos que, como pueden costearse una vida cómoda por su posición económica o su involucración en el mundillo de la politiquería capitalista, pretenden que creamos también en un capitalismo menos malo o en algún tipo de transformación social a base de elecciones y manifestaciones.
Gorbachov desmanteló la Unión Soviética, pero no desmanteló el Socialismo. El Socialismo ya había sido eliminado de la Unión Soviética y sus países “aliados” a mediados de la década de 1960. Esto no convierte a Gorbachov en alguien hacia quien ser indiferente, como veremos más adelante, pero sí debemos aprovechar las circunstancias para repasar la historia de la restauración del capitalismo en la URSS, el primer Estado obrero del mundo.
Vaya por delante que este artículo está redactado con la mayor humildad, entendiendo que la cuestión de la restauración del capitalismo en la URSS es algo poco conocido en España, incluso en círculos críticos con el revisionismo más descarado como el del PCE. Nuestra organización, sin ir más lejos, se ha movido en posturas indefinidas (centristas) al respecto durante su joven recorrido, y es ahora, a raíz del proceso de lucha de dos líneas entorno a la cuestión del Maoísmo que estamos llevando a cabo, que hemos abordado la cuestión de manera decisiva.
Antecedentes de la restauración capitalista en la URSS
Tras el fallecimiento de Lenin, Stalin dirigió a la izquierda del Partido Comunista en la URSS y en la Internacional Comunista (MCI) contra las posturas derechistas/reformistas (Zinoviev, Kamenev, Bujarin…) y ultraizquierdistas, otra derecha disfrazada (Trotsky, Radek…). Esta lucha concluyó con la derrota de los revisionistas a finales de la década de los años 20, y ya desde el principio permitió destilar las contribuciones de Lenin al Marxismo y sintetizar su segunda etapa como ideología revolucionaria, el Marxismo-Leninismo, frente a distorsiones interesadas por parte de las líneas burguesas derechista y ultraizquierdista.
Simultáneamente, se emprendió la construcción socialista al finalizar la etapa de la NEP, priorizando la industria pesada, construyendo la economía socialista con un criterio político y no de maximizar la rentabilidad.
Una vez derrotada la oposición revisionista en el Partido Comunista y popularizado el Marxismo-Leninismo, el Partido gozaba de una unidad política que, como toda unidad, era solo temporal. Durante ella se emprendió la ofensiva contra la burguesía en el campo (Kulaks), la Colectivización Forzosa que arrancó en 1929 y que, pese a la propaganda capitalista, fue la responsable de la ausencia de posteriores hambrunas en la URSS. También, ante el auge del fascismo en la Europa capitalista, Stalin dirigió el proceso de depuración del Partido, las purgas de 1936 a 1939.
Sostenidamente en sus informes al Comité Central y distintos órganos de alto nivel del Partido Comunista, Stalin había informado sobre las carencias formativas de la base del Partido1, que había crecido rápidamente tras el triunfo de la revolución. Si bien las purgas fueron un proceso necesario, como demuestra la conspiración militar de Tujachevsky, respaldado por la antigua oposición revisionista desprestigiada2, las limitaciones políticas del Partido hicieron que éstas fueran dirigidas con un componente burocrático demasiado acentuado, manifestado en el excesivo papel de los servicios secretos y la ejecución de contrarrevolucionarios en ella frente a una insuficiente movilización política de las bases del Partido y las masas para la crítica, autocrítica y reeducación masiva, como señaló el Partido Comunista de China en la lucha de líneas que tuvo el Movimiento Comunista Internacional tras el fallecimiento del camarada Stalin.
De hecho, fue el propio Stalin quien ya durante las purgas, empezó a señalar que, sobre la base de la nueva unidad del Partido contra los revisionistas derrotados, estaba apareciendo una nueva división política, entre aquellos que seguían preocupándose por la lucha política contra el revisionismo, la lucha contra el imperialismo y el correcto funcionamiento orgánico del Partido, incluyendo la rendición de cuentas ante las masas; y aquellos que pretendían echarse en brazos de los éxitos económicos para desactivar la ligazón del Partido con las masas y llevar una acomodada vida de burócrata:
No hay que extrañarse pues, que en esa atmósfera embriagada de presunción y de satisfacción de sí mismo […] la gente comienza a no notar cosas desagradables como el cerco capitalista, la nueva forma de sabotaje, el peligro ligado a nuestros éxitos, etc […] << ¿Estatutos del Partido, carácter electivo de los órganos del Partido, deber para los dirigentes del Partido de rendir cuentas de su mandato ante las masas de los militantes del Partido? ¿Pero es, todo eso, realmente necesario?¿De manera general, vale la pena perder su tiempo en esas tonterías, si nuestra economía crece, si la situación material de los obreros y de los campesinos mejora más y más?¡Todo eso son tonterías! Nosotros superamos nuestros planes, tenemos un Partido que no está mal; tampoco el Comité Central está mal; ¿Para qué diablos necesitamos otra cosa? Gente curiosa, la que está sentada allí en Moscú, en el CC del Partido: ellos inventan tales problemas, discuten de no sé qué sabotaje, no duermen e impiden que otros puedan dormir…>> He aquí un ejemplo demostrativo de la facilidad y de la “simpleza” con la cual algunos de nuestros camaradas, sin experiencia, llevados por el vértigo de los éxitos económicos, se contagian de la ceguera política. Tales son los peligros ligados a los éxitos, a las realizaciones.3
No obstante, al término de las purgas, con la derrota total de los elementos abiertamente revisionistas, la política de unidad formal del Partido se impuso, lo mismo que a nivel internacional en el MCI, y esto se vio amplificado al haber de centrarse todo el MCI en la guerra contra el fascismo, que en la URSS ralentizó muy significativamente la vida política del Partido Comunista. Ya en 1939 Stalin enunció una visión popular en el MCI en aquel entonces, pero equivocada y peligrosa políticamente:
La peculiaridad de la sociedad soviética del período actual, a diferencia de cualquier sociedad capitalista, estriba en que en ella no existen ya clases antagónicas, hostiles; las clases explotadoras han sido liquidadas…4
Es importante aclarar, para evitar distorsiones ultraizquierdistas, que Stalin no negaba la lucha de clases en la URSS, de hecho explicaba en múltiples informes y discursos de esa época y posteriores que era incluso más importante que antes de la toma del poder, como ya explicara Lenin, fijando la importancia en los restos de las clases explotadoras anteriores, sus servidores internos y, principalmente, en el efecto del cerco capitalista, el término con el que se acuñaba la acción de las potencias imperialistas y sus gobiernos lacayos circundantes a la URSS.
El camarada Stalin estaba describiendo un hecho empírico: que la burguesía ya no operaba libremente en la URSS y no suponía el papel principal en la dirección de las relaciones sociales de producción; pero lo analizó unilateralmente. Como veremos, esto fue aprovechado posteriormente por los nuevos revisionistas en el PCUS a la muerte de Stalin para desmantelar la dictadura del proletariado.
Esto es analizado claramente por el Partido Comunista de China dirigido por Mao Tse Tung de manera retrospectiva, en 1964, en pleno debate con el PCUS ya dirigido por revisionistas:
EXISTEN CLASES ANTAGÓNICAS Y LUCHA DE CLASES EN LA UNIÓN SOVIÉTICA:
[…] ¿cómo es la situación real en la Unión Soviética? ¿Es que realmente ya no existen allí clases antagónicas y lucha de clases?
Después de la victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre, se estableció la dictadura del proletariado en la Unión Soviética. Como resultado de la nacionalización de la industria y la colectivización de la agricultura, se liquidó la propiedad privada capitalista, y se establecieron la propiedad socialista de todo el pueblo y la propiedad socialista colectiva. Al mismo tiempo, se lograron en unos cuantos decenios enormes éxitos en el curso de la construcción socialista. Todo esto constituye una indeleble victoria conseguida por el Partido Comunista y el pueblo de la Unión Soviética bajo la dirección de Lenin y Stalin, victoria que tiene una gran importancia histórica.
Sin embargo, después de realizadas la nacionalización de la industria y la colectivización de la agricultura en la Unión Soviética, subsistieron la vieja burguesía y otras clases explotadoras derrocadas, pero no aniquiladas completamente; subsistió la influencia política e ideológica de la burguesía; subsistieron las fuerzas capitalistas espontáneas en la ciudad y en el campo. Se engendran incesantemente nuevos elementos burgueses y kulaks. Durante largo período, ha continuado y continúa la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, la lucha entre el camino socialista y el capitalista, en los terrenos político, económico e
ideológico.
La Unión Soviética era el primero y, en aquel entonces, el único país que construía el socialismo. No había pues ninguna experiencia extranjera que pudiera aprovechar. Al mismo tiempo, se observaba allí una desviación de la dialéctica marxista-leninista en cuanto a la comprensión de las leyes de la lucha de clases en la sociedad socialista. A causa de todo esto, Stalin declaró prematuramente, después de consumada en lo fundamental la colectivización agrícola, que “no hay ya clases antagónicas” […] No obstante, Stalin sigue siendo un gran marxista-leninista. Durante el período en que dirigió al Partido y Estado soviéticos, defendió con toda firmeza la dictadura del proletariado y la orientación socialista aplicó una línea marxista-leninista y garantizó así el avance victorioso de la Unión Soviética por el camino socialista.5
Más adelante volveremos sobre este texto para ver cómo actuaba esta burguesía, pero adelantamos que fundamentalmente se trataba de burócratas del Partido o el Estado conchabados con gerentes de fábricas estatales, especuladores y pequeños propietarios actuando al margen de la ley, etc.
Tras la II Guerra Mundial, el PCUS dirigido por Stalin reconstruyó la economía socialista, de lo cual algunas imágenes han llegado a nuestros días, y persistió en la línea de defender la necesidad de la dictadura del proletariado, asestando golpes a esa burguesía, que tenía las cosas realmente complicadas. No obstante, ya comenzaban a notarse actitudes burocráticas muy agudizadas entre elementos del PCUS, que el propio Stalin denunció en 1952, poco antes de fallecer, como también señala el mismo documento del Partido Comunista de China retrospectivamente:
LA CAPA SOCIAL PRIVILEGIADA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA Y LA CAMARILLA REVISIONISTA DE JRUSCHOV:
[…]
En el informe del Comité Central del PCUS ante el XIX Congreso del mismo, celebrado en octubre de 1952, se señaló que habían aparecido la degeneración y la corrupción en algunas organizaciones del Partido. Los dirigentes de algunas organizaciones del Partido las habían convertido en pequeñas camarillas de compadres, “anteponiendo sus intereses de grupo a los intereses del Partido y del Estado”. Algunos dirigentes de empresas industriales “olvidaban que las empresas confiadas a su tutela y dirección pertenecían al Estado y trataban de convertirlas en un feudo propio.” Algunos trabajadores de los organismos del Partido, de los Soviets y agrícolas, “en vez de salvaguardar los intereses de la economía social de los koljoses, se dedicaban a sustraer los bienes de los koljoses”. En los campos de la cultura, el arte y las ciencias, aparecieron obras que atacaban y difamaban al sistema socialista, y surgió el monopolio “a lo Arakchéiev” de grupos de sabios.6
También cabe mencionar que, durante todo el periodo de la dirección de Stalin, la URSS y el PCUS mantuvieron su carácter de dirigentes de la revolución mundial, destacando, por ejemplo, cómo en los debates de la Kominform (coordinación comunista europea) tras la II Guerra Mundial el PCUS dirigía críticas directas al revisionismo que se empezaba a manifestar abiertamente en los Partidos Comunistas Italiano y Francés.
En definitiva, observamos que la unidad alcanzada tras la derrota definitiva de los revisionistas provenientes d en la URSS dio lugar a un nuevo revisionismo, aparentemente Marxista-Leninista, que nacía de los errores burocráticos, identificándolos como algo positivo, con la vista puesta en apartarse de la población para llevar una vida más privilegiada y tranquila.
También observamos que, a diferencia de donde tenía puesto el foco la línea de izquierda del Partido dirigida por Stalin, la burguesía que amenazaba con la restauración capitalista tras el final de las purgas ya no había que buscarla entre los herederos de los capitalistas derrocados por la Revolución de Octubre, sino entre la nueva burguesía y sus representantes políticos en el Partido, los partidarios de la vía capitalista.
El Golpe de Estado de Jruschov y la restauración capitalista
Jruschov era, precisamente, un burócrata del Partido venido a más durante las purgas contra los viejos revisionistas. Una vez fallecido el camarada Stalin, logró maniobrar internamente apoyándose en la burocracia y la incipiente nueva burguesía nacida a la sombra de la Dictadura del Proletariado.
Entre sus primeras medidas estuvo debilitar a la línea de izquierda en el Partido, ejecutando o exiliando a sus dirigentes, distribuyendo en el PCUS y filtrando al mundo su infame y difamatorio “Informe Secreto” (1956) contra Stalin en el XX Congreso del PCUS, procediendo a reestructurar todos los órganos de dirección de niveles medio y alto en el PCUS desatando una verdadera caza de brujas contra la línea de izquierda, así como promoviendo la expulsión de los críticos con sus políticas en el MCI.
La camarilla revisionista de Jruschov ha realizado una depuración tras otra en todo el país, desde el nivel central hasta los niveles locales[…]
Tomemos el caso del Comité Central del PCUS. Las estadísticas muestran que, como resultado de las depuraciones, cerca del 70 por ciento de los miembros del Comité Central elegidos en el XIX Congreso en 1952 fueron expulsados del Comité Central en el curso del XX Congreso en 1956 y el XXII Congreso en 1961, y cerca del 50 por ciento de los miembros elegidos en el XX Congreso también fueron expulsados en el momento del XXII Congreso.
Tomemos, además, el caso de las organizaciones locales a diferentes niveles. Según datos incompletos, en vísperas del XXII Congreso del PCUS, con el pretexto de “renovar a los cuadros”, la camarilla revisionista de Jruschov removió un 45 por ciento de los miembros de los comités centrales del Partido de las repúblicas federadas, y de los comités del Partido de los territorios y las regiones; y un 40 por ciento de los miembros de los comités municipales y distritales. En 1963, con el pretexto de dividir los comités del Partido en “comités industriales” y “comités agrícolas”, la camarilla de Jruschov removió a más de la mitad de los miembros de los comités centrales del Partido de las repúblicas federadas y de los comités del Partido de las regiones.7
Desde su Golpe de Estado, Jruschov se apresuró a acumular el máximo de cargos en su persona, fomentó el fin de la rendición de cuentas del PCUS apoyándose en la bonanza por los éxitos económicos de la reconstrucción tras la II Guerra Mundial, y dio alas a su base social, la nueva burguesía, dejándola actuar libremente.
Pese a su extensión, consideramos ilustrativo reproducir cómo el Partido Comunista de China constata con ejemplos en 1964 esta realidad que apunta hacia la restauración del capitalismo en la URSS:
Después de tomar la dirección del Partido y el Estado de la Unión Soviética, Jruschov ha tomado una serie de medidas políticas revisionistas, lo cual contribuye al crecimiento extraordinario de las fuerzas capitalistas y conduce a una nueva agudización de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía y de la lucha entre el camino socialista y el capitalista en la Unión Soviética.
Basta hojear los periódicos soviéticos de los últimos años, para ver montones de hechos que demuestran que en la sociedad soviética […] están surgiendo multitudes de nuevos elementos burgueses, y que la diferenciación de clases está agravándose.
Veamos primero cómo actúan los elementos burgueses de todo pelaje en las empresas de propiedad de todo el pueblo en la Unión Soviética.
Dirigentes de una serie de fábricas estatales y sus cómplices, abusando de sus poderes, usan instalaciones y materiales de empresas industriales donde trabajan, establecen “talleres clandestinos”, se dedican a la producción privada, venden ilícitamente los productos y dividen las ganancias entre sí haciendo así enormes fortunas. He aquí algunos ejemplos.
Los dirigentes de una de las fábricas de materiales militares de Leningrado, colocaron su propia gente en “todos los puestos clave” de la fábrica, “convirtiendo la empresa estatal en empresa privada”. […]
En Uzbekia, el director de una tejeduría de seda, junto con su grupo de personas entre las que figuraban el ingeniero jefe, el contador-jefe, el jefe de abastecimiento y venta y los jefes de los talleres, se convirtieron en “nuevos empresarios”. […] Contrataron obreros sin cumplir las formalidades necesarias e “implantaron la jornada de doce horas” […]
[…]
Y semejantes personas no actúan solas. Siempre mantienen relaciones y obran de común acuerdo con funcionarios de organismos estatales de abastecimiento, de la red de comercio y de otras instituciones. Tienen sus protectores y agentes en los organismos de la milicia y las instituciones judiciales. Incluso cuentan con el apoyo y amparo de altos funcionarios dirigentes de las instituciones estatales. He aquí algunos ejemplos.
El administrador de los talleres adjuntos a un dispensario psiconeurológico de Moscú y sus cómplices establecieron una “empresa clandestina”. “Adquirieron” mediante soborno “cincuenta y ocho máquinas de tejido de punto” y una gran cantidad de materia prima. Mantuvieron relaciones con “cincuenta y dos fábricas, cooperativas artesanales y koljoses”, y ganaron tres millones de rublos nuevos en unos años. Sobornaron funcionarios del Departamento para Combatir el Robo de la Propiedad Socialista y la Especulación, inspectores, revisores, instructores, etc.
[…]
En Kirguizia, una banda de cuarenta a cincuenta malversadores y desfalcadores, habiendo colocado bajo su control dos fábricas en las cuales organizaron producción clandestina, robaron más de 30 millones de rublos en bienes del Estado. Entre los componentes de esta banda, figuraban el Presidente de la Comisión de Planificación de la República, un Vice-Ministro de Comercio, siete jefes de buró y de sección del Consejo de Ministros de la República, del Consejo de la Economía Nacional y de la Comisión Estatal de Control, así como “un gran kulak que se había escapado del exilio”.
Estos ejemplos demuestran que las fábricas controladas por esos elementos degenerados son empresas nominalmente socialistas, pero de hecho se han convertido en empresas capitalistas, por medio de las cuales esos elementos vienen enriqueciéndose. Sus relaciones con los obreros han pasado a ser relaciones entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. ¿No son estos elementos degenerados, que poseen y controlan parte de los medios de producción y explotan a otros, verdaderos elementos burgueses? Y sus cómplices en las instituciones estatales, que se coluden con ellos, toman parte en los diversos tipos de explotación, se dedican a la malversación, dan y reciben sobornos y comparten los robos, ¿no son también cien por ciento elementos burgueses?
[Se exponen otros tantos ejemplos aplicados a las empresas agrícolas soviéticas…]
Aparte de los elementos burgueses en las empresas estatales y los koljoses, hay muchos otros en la ciudad y el campo de la Unión Soviética.
Algunos de ellos han establecido empresas particulares que se dedican a la producción y venta privadas; otros han organizado equipos de contratistas, y contratan abiertamente la construcción de obras de empresas estatales o cooperativas; y otros más administran hoteles privados. Una “capitalista soviética” de Leningrado contrataba obreros para manufacturar y vender blusas […]. El patrono de un taller en la Región de Kursk producía botas de fieltro y las vendía a precio especulativo. […] En la Región de Gomel, el dueño de una empresa privada “contrató a obreros y artesanos”, y en el curso de dos años obtuvo jugosos contratos para la construcción o reparación general de los hornos de calcinación de 12 fábricas. En la Región de Oremburgo hay “centenares de hoteles y puntos de trasbordo privados” […]
Otros se dedican a la especulación comercial. Compran mercancías a bajo precio para venderlas a precio exhorbitante, y sacan fabulosas ganancias transportando mercancías de lugares remotos. En Moscú hay un gran número de especuladores que se dedican a la venta de productos agrícolas. […] En el Territorio de Krasnodar, un especulador estableció su propia “agencia” y “empleó a 12 dependientes y dos estibadores”. […]
Otros están especializados en hacer el papel de corredores y comisionistas. Mantienen amplios contactos y, con ayuda de éstos, todo lo pueden conseguir mediante el soborno. En Leningrado, hubo un tal corredor quien, […] sólo en 1960 recibió de un combinado maderero 700.000 rublos. […]
Todos los hechos citados arriba no son más que una parte de los hechos revelados en la propia prensa soviética. Estos son ya bastante alarmantes, pero hay todavía muchísimos otros hechos de mayor envergadura y más graves que son ocultados y protegidos, que la prensa soviética no publica.8
En definitiva, resulta evidente que la burguesía no solo existía como reducto a la defensiva o como infiltración extranjera. El capitalismo renace continuamente de la escasez, de la división del trabajo, del burocratismo…De todas las limitaciones de la construcción socialista. Por eso en el socialismo siempre siguen existiendo clases antagónicas. La diferencia está en la postura que tenga el Partido Comunista: combatirlas o defenderlas.
Jruschov y su camarilla de burócratas utilizaron el Partido Comunista como medio para devolver el poder a la clase burguesa de la que pasaron a formar parte, y esto se tradujo en el XXII Congreso con las teorizaciones revisionistas sobre la toma pacífica del poder (reformismo abierto), que asumieron los Partidos Comunistas alineados con Moscú, así como los conceptos revisionistas que negaban la necesidad de la Dictadura del Proletariado y el Partido de vanguardia del proletariado en la URSS, alegando que había concluido la lucha de clases y todo el pueblo soviético debía unirse bajo un Estado y un Partido “de todo el pueblo”.
Es decir, en pleno auge de las fuerzas capitalistas por las políticas económicas de Jruschev, se desarmó al pueblo soviético tratando de venderle una sociedad armoniosa, y el Partido Comunista como un estamento burocrático de gestión “de todo el pueblo” del que despreocuparse, supuestamente superando una etapa conflictiva de lucha de clases forzada por Stalin.
Con todo ello, Jruschov ya restauró por completo el capitalismo en la Unión Soviética. Como expuso el Partido Comunista de China:
Actualmente, en la Unión Soviética, no sólo ha aumentado inusitadamente el número de los nuevos elementos burgueses, sino que ha cambiado radicalmente su posición social. Antes de que Jruschov subiera al Poder, no ocupaban una posición dominante en la sociedad soviética, y sus actividades estaban sujetas a diversas restricciones y golpes. Pero después de que Jruschov subió al Poder usurpando paso a paso la dirección del Partido y del Estado, fueron ocupando una posición dominante en los organismos del Partido y del Gobierno y en las instituciones económicas y culturales, y formando una capa social privilegiada en la sociedad soviética.
Esta capa social privilegiada es actualmente la principal integrante de la burguesía soviética, es la base social principal de la camarilla revisionista de Jruschov. Esta camarilla es el representante político de la burguesía soviética y, en particular, de la capa social privilegiada de esta clase.9
Brezhnev y el Socialimperialismo Soviético
Jruschov fue derrocado por Brezhnev en otro Golpe de Estado en 1964. ¿Trajo esto de vuelta el socialismo? No, es más, la burocracia de Brezhnev, esta vez con un mayor peso de los militares, solo vio que las políticas de Jruschov eran demasiado aceleradas, erráticas en ocasiones, y quería todavía un ritmo más predecible para su nuevo capitalismo.
Ninguna de las medidas políticas revisionistas de Jruschov fueron revertidas, y se aceleró la concentración de los monopolios soviéticos y la dominación de los antiguos países del campo socialista.
El nuevo capitalismo soviético era un capitalismo monopolista de Estado, como el Occidental, pero el burocratismo siempre presente en cualquier monopolio, en la URSS era el componente fundamental. A diferencia de los monopolios de las potencias imperialistas europeas, EEUU y Japón, que nacieron de la competencia entre capitalistas y la acumulación paulatina de capital, imponiendo de manera abierta su ideología, en la URSS y los países del antiguo campo socialista la nueva burguesía usurpó de manera relativamente rápida medios de producción construidos de manera socialista.
Igual que gran parte de la burocracia capitalista cree sinceramente en la ideología burguesa liberal y la democracia burguesa liberal, es natural pensar que parte de esta nueva burguesía combinaba cinismo con sincera creencia en “su socialismo”, un socialismo que no incluyera lucha de clases, dictadura del proletariado, ligazón del Partido Comunista con las masas, ni fuera un cuartel general de la revolución mundial. Un capitalismo con apariencia de socialista.
Esta apariencia era una necesidad para la nueva burguesía en el poder en la URSS, pues el pueblo soviético no hubiera aceptado sin más la restauración capitalista de una manera frontal y abierta, y tampoco hubiera sido posible realizarla dado que las fuerzas de partida de la nueva burguesía eran burócratas y especuladores nacidos en torno al nuevo Estado socialista, no burgueses de viejo cuño con experiencia en los negocios.
También hubo concesiones sociales. Aunque el sistema de salarios se reestructuró y se le dio prioridad continuamente a la industria militar y los privilegios de la alta burocracia, es natural que la URSS y sus países dominados más cercanos (el bloque del Este principalmente) mantuvieran un fuerte número de conquistas sociales. Es difícil imaginar a los pueblos de estos países renunciando a todas sus conquistas sociales conseguidas en el socialismo tras una Guerra Mundial.
No obstante, acrecentar el poder y bienestar de la clase obrera y el pueblo trabajador ya no era el objetivo del Estado, su objetivo era mantener a la nueva burguesía en el poder y acrecentar su capital; las conquistas sociales eran el mal menor, de manera que fueron erosionándose y estancándose hasta llegar a los últimos años, plagados de listas de espera interminables, instalaciones envejecidas, desigualdad y un mercado negro rampante.
Brezhnev osificó a la nueva burguesía monopolista en el poder, la volvió todavía más burocrática y gris, pero también agresiva en su expansión hasta llevarla a ser una superpotencia imperialista capaz de rivalizar con EEUU. A este imperialismo con apariencia socialista se le llamó Socialimperialismo: Socialismo de palabra, Imperialismo de hecho.
La base del socialimperialismo soviético era la perversión de las relaciones de solidaridad en el campo socialista hasta convertirlas en relaciones de dominación. Mientras que el PCUS de Stalin apoyaba que en las Democracias Populares los Partidos Comunistas incrementaran su base social para dirigir una política de construcción socialista asentada sobre el compromiso de la clase obrera con el desarrollo autónomo de cada país, Jruschov planteó su “Sistema socialista mundial”, que convertía a la URSS en una metrópolis imperialista con toda su producción desarrollada y al resto de países del campo socialista (bloque del Este y Cuba) en colonias dependientes construidas entorno a uno o dos sectores útiles para la burguesía soviética.
De manera más bien poco disimulada, la burocracia soviética definió un nuevo principio, la “división socialista internacional del trabajo”, que recauchutaba la división del trabajo, base de la división de la sociedad en clases, añadiéndole el adjetivo “socialista” y aplicándola de manera más explícita que la propia burguesía liberal para justificar su imperialismo, como podemos ver en manuales soviéticos de la época como el Manual de Economía Política de P.Nikitin:
El desarrollo y el fortalecimiento de la cooperación de los países socialistas se opera sobre la base de la división internacional socialista del trabajo. […]
La división del trabajo entre los países socialistas presupone la especialización y la cooperación de la producción en los países del campo socialista. La especialización de la producción en el sistema mundial del socialismo significa el desarrollo preferente de determinadas ramas de la producción en aquellos países donde existe la posibilidad de lograr dicha producción con el mínimo de gasto de trabajo. […]
Por ejemplo, Polonia se ha convertido en un país de construcción de maquinaria en gran escala, extracción de hulla y fabricación de productos químicos y de metales no ferrosos. En Checoslovaquia ha adquirido un desarrollo preferente la construcción de maquinaria pesada y energética, así como ciertas ramas de la industria ligera. La República Democrática Alemana va especializándose en la construcción de maquinaria pesada energética, mecánica de precisión, óptica y en la fabricación de productos químicos. En Rumania se ha desarrollado mucho la elaboración de petróleo, la fabricación de instalaciones para la industria petrolera, etc.
Mientras la mayoría de los países del campo socialista se especializan en la producción de determinadas clases de artículos, los países como la URSS y la República Popular China, que disponen de enorme territorio, gran diversidad de recursos naturales y numerosa población, desarrollan todas las ramas fundamentales de la economía nacional.
Es decir, se condenaba a pueblos supuestamente liberados del imperialismo a seguir atrapados en los sectores que la vieja burguesía imperialista o la nueva burguesía socialimperialista hubiera juzgado más “rentables en ellos”, y la excepción, además de China por no plegarse a la URSS (y finalmente romper con ella), es, casualmente, la metrópolis del social-imperio, la Unión Soviética.
Un caso dramático es el de Cuba, donde el PCUS de Jruschov jugó un papel activo en promover a Fidel Castro sobre otros dirigentes y en explotar las limitaciones políticas e ideológicas de la revolución cubana para hacer que su economía, en lugar de liberarse de siglos de opresión y fortalecer su industria para ser independiente, girase entorno al cultivo, procesado y exportación de la caña de azúcar, condenándola así al atraso y la dependencia, a ser una semicolonia, soviética primero y dominada por China, Rusia y, en menor medida, España, ahora.
Con Brezhnev el socialimperialismo abrió sus alas y fue más allá de su campo inmediato de influencia, llegando a tener servidores semicoloniales incluso en gobiernos reaccionarios sin apariencia de comunistas, como el de Paco Macia en Guinea o generales del entorno de Videla en Argentina.
Gorbachov y el desmantelamiento de la URSS
El aspecto burocrático del monopolismo soviético acabó siendo su condena. En sus décadas de duración como país capitalista, la nueva burguesía soviética no supo, a diferencia de la China, encontrar la manera de ser eficiente en la producción. Los despilfarros, la fuga de cerebros, el control de precios que provocaba especulación y mercado negro, el atraso tecnológico comparativo con otras potencias imperialistas… Hicieron que el periodo post-Brezhnev fuera una lenta decadencia con más y más integración con capitales occidentales, con más y más escasez y desigualdad, con hastío por parte de la clase obrera soviética, incluso de sus elementos convencidos por la retórica de los regímenes supuestamente socialistas.
En esta situación, tras el fallecimiento de Yuri Andropov (1984), sobre el que la historiografía burguesa ha especulado que podría haber sido quien llevase a la URSS a sostenerse por un camino similar al que sigue ahora el socialimperialismo de China, y tras un breve mandato del burócrata Chernenko, sobre el que no hay mucho que decir, entró en escena en 1985 Mijail Gorbachov.
Gorbachov, con demagogia de aroma leninista, dado que esto era la “corrección política” en el régimen capitalista soviético, planteó de manera más o menos abierta la necesidad de transitar a un modelo de imperialismo más tradicional con un plan de choque, la Perestroika y la Glasnost, una reestructuración económica y otra política que llevasen a la prevalencia de los monopolios privados, una relación semicolonial usual y no de “bloque” con sus países dominados del antiguo campo socialista, y la transición a una democracia burguesa al estilo soviético en lugar del carcomido régimen autoritario abiertamente burocrático-militar.
Este plan se puso en marcha y, lo supiera o no Gorbachov desde un principio, naturalmente culminó en el desmantelamiento de todo el armatoste soviético, dado que el componente burocrático connatural al capitalismo monopolista soviético no podía transitar sin más a un modelo occidental nacido de la libre competencia prolongada.
Gorbachov se descaró como un auténtico enemigo del pueblo, no solo por ser parte de la burguesía burocrática monopolista soviética, sino, particularmente, por la virulencia de sus privatizaciones, despidos masivos de obreros contratados en empresas estatales, represión de los mismos, etc. Sus planes pretendían salvar al capitalismo soviético a costa de enromes sacrificios para la clase obrera de la URSS.
Por otro lado, esta reestructuración económica debilitó la postura internacional de la URSS como superpotencia imperialista, lo que hizo que las “socialcolonias” se vieran obligadas a acercarse a las potencias imperialistas occidentales, endeudándose con ellas y destruyéndose sus economías atrasadas y ultra especializadas en pocos sectores una tras otra, cosa que hizo que sus regímenes políticos a la imagen del soviético se disolvieran como azucarillos.
Gorbachov fue cayendo en desgracia en el fuego cruzado entre los representantes de la vieja burocracia política “brezhneviana” que hubiera preferido mantener el statu quo, con una transición quizás a un modelo como el actual chino, y los nuevos sectores burgueses liberales, acaudillados por el reaccionario Boris Yeltsin, miembro del Partido Comunista en Rusia hasta su expulsión por insubordinación.
Finalmente, Gorbachov abandonó todos sus cargos en 1991, tras una intentona fallida de golpe de Estado de los “brezhnevianos”, la ilegalización del PCUS en Rusia por parte de Yeltsin y la separación de la URSS de varias repúblicas soviéticas, como Ucrania.
Tras ello, Gorbachov trató de reciclarse dando un último servicio al capitalismo, promoviendo durante años el camino socialdemócrata y difamando el comunismo, del que nunca había formado parte realmente, pero al que hacía especial daño como antiguo dirigente de un Partido burgués que, en el discurso burgués oficial consumido por millones de personas, era todavía comunista.
El capitalismo ruso, ya no soviético, se reconstruyó desde la base, a partir del reparto de los antiguos monopolios estatales entre especuladores, mafiosos y privilegiados de la antigua burocracia, compitiendo entre sí sin apenas intervención estatal (más que para el soborno puntual) llegando al imperialismo ruso con una base monopolista convencional como lo conocemos ahora.
Conclusión
Gorbachov ha sido un enemigo del pueblo, pero no por desmantelar la Unión Soviética. Lo ha sido por su papel como miembro de la burguesía burocrática monopolista soviética, que mancillaba la memoria de un Partido antaño revolucionario y de un Estado antaño socialista. Lo ha sido por sus planes de reestructuración, diseñados para mayor ganancia de la burguesía soviética a costa de las vidas de los trabajadores de la URSS y los pueblos de sus social-colonias. Lo ha sido por su papel como difamador anticomunista a escala internacional.
Desde la Organización Comunista Revolución llamamos a estudiar la historia de los países socialistas porque es la historia de la lucha de la clase obrera por su liberación, a aprender que la lucha de clases es una contradicción que existirá hasta el comunismo, que la clase obrera debe defender su independencia política antes y después de la toma del poder, que el Partido Comunista no es ajeno a la lucha de clases, y que el socialismo no es ni la socialdemocracia de Gorbachov, ni el invierno burocrático de Brezhnev, ni la euforia revisionista de Jruschov.
¡Contra todos los enemigos del pueblo!
¡Por la Revolución Socialista y la lucha revolucionaria ininterrumpida hasta el Comunismo!
1 Por ejemplo, véase Informe ante el XVIII Congreso del partido sobre la labor del CC del PC(b) de la URSS; Stalin.
2 Reconocida por el conspirador exiliado, traidor militar soviético exiliado a Reino Unido en 1948, Grigori A. Tokaev; Comrade X; G.A. Tokaev, citado en Otra visión sobre Stalin; Ludo Martens.
3 Sobre los defectos del trabajo del Partido y las medidas de liquidación de los Trotskistas y otros fariseos, 1937.
4 Informe ante el XVIII Congreso del partido sobre la labor del CC del PC(b) de la URSS
5 Acerca del falso Comunismo de Jruschov y sus lecciones históricas para el mundo; Partido Comunista de China, 1964
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