Nuevo juicio a Arcelor-Mittal y SERPUSA: nuevo capítulo de una larga serie
Desde 2018, tanto Arcelor-Mittal como Serpusa, se encuentran en juicio por una serie de presuntas irregularidades cometidas por ambas empresas, que a continuación se describen. En dicho año, 29 trabajadores de la empresa denunciaron a Arcelor-Mittal por cesión ilegal de trabajadores.
El conflicto empieza cuando dichos trabajadores, vieron su continuidad amenazada por la automatización de varios trabajos que se estaban desempeñando. Pero no fue el único detonante, ya que, además, se había empezado a contratar sin contar con la antigüedad ni la experiencia, como se había hecho hasta aquel momento, coincidiendo, además, muchos de los de los apellidos de los nuevos trabajadores contratados con los de la dirección. Otras cuestiones detectadas que están siendo sometidas a juicio a día de hoy son las siguientes: casos en los que había trabajadores que habían estado encadenando contratos temporales a lo largo de 11 años, y en otros, trabajadores de Serpusa que llegaban a coincidir en turno y hora con aquellos trabajadores de Arcelor-Mittal a los que se supone que debían sustituir.
Todos estos casos, conjuntamente con resoluciones favorables de la Inspección de Trabajo, sirvieron como argumentos de fuerza para llevar los casos al Juzgado de lo Social. Finalmente, la sentencia del Juzgado de lo Social nº 16, concluía que Serpusa había estado actuando como proveedor de trabajo barato a Arcelor-Mittal, y que dichos contratos eran un fraude.
La sentencia indicaba que se debía readmitir a los trabajadores, pero la empresa, con tal de no readmitirlos, 23 de los 29 trabajadores denunciantes llevan desde la fecha de denuncia hasta el día de hoy, sin trabajar cobrando indemnizaciones. Los otros 6 restantes siguen a la espera de una resolución judicial, y ya existe una nueva denuncia contra Arcelor-Mittal por no cumplir el mandato de la primera resolución judicial de readmitirlos.
Según lo que se ha podido saber recientemente, los juicios por otras presuntas irregularidades siguen en marcha, y están pendientes de una resolución final.
Sin embargo, todo lo indicado ya es conocido por la plantilla de Arcelor-Mittal. A su vez, estos hechos pueden estar dándose en otras empresas y sectores, no siendo exclusivo de Arcelor-Mittal. Como se verá a continuación, la forma en la que se organizan los centros de producción a día de hoy es bastante similar a nivel mundial.
El monopolismo y las ETT: retos para la clase obrera
Como en casi todas las industrias, la industria del acero en España, Europa y el mundo es la historia de la acumulación y concentración de la producción y el poder en determinadas empresas, a través de fusiones, absorciones, compras, adquisición de acciones… Grandes multinacionales que cada vez concentran más producción, recursos y maquinaria, y que integran en su línea de producción y distribución, filiales, subcontratas, proveedores, empresas de trabajo temporal… creando una extensa red donde dicha empresa matriz tiene una posición dominante, y es capaz de orientar la posición de todas las demás hacia sus intereses. Este proceso es también el proceso de Arcelor-Mittal, que viene de la compra a escala global de Arcelor por parte del productor indio Mittal Steel. A su vez, Arcelor, antes de ser comprada por Mittal Steel, había absorbido a la española Aceralia.
Los datos respecto a Arcelor-Mittal, en este sentido, hablan claro: actualmente, en España se produce acero en un total de 22 plantas y 50 instalaciones de laminación. De estas 22 plantas, 11 pertenecen a Arcelor-Mittal Es decir, el 50% de las plantas industriales en España de producción de acero, son de Arcelor-Mittal. La localización de las plantas se puede observar en la siguiente imagen:
Fuente: ArcelorMittal
Por otro lado, en lo que respecta a la producción de acero en España, en 2018 [Fuente: UNESID], se produjeron 14,32 millones de toneladas. De esa producción, Arcelor-Mittal produjo 6,1 millones, es decir, un 42,7% del total nacional. Asimismo, la producción en Europa de Arcelor-Mittal en ese mismo año ascendía a 44,6 millones de toneladas, cuando la producción total de acero en nuestro continente es de aproximadamente unos 177 millones de toneladas anuales.
Todas estas estadísticas sirven para ejemplificar una realidad: la posición de Arcelor-Mittal en la industria del acero española y europea, es dominante y monopolística. Este proceso de concentración de la producción sería imposible sin el desarrollo tecnológico que, a su vez, hace que dicha industria tenga la necesidad de empezar a ser competitiva en mercados globales, para compensar el hecho de que cada vez se deba invertir más en tecnología, lo que significa llevar a cabo una serie de medidas de reestructuración y reconversión que comienzan a tener lugar en las décadas de los 70 y los 80. Gracias a este desarrollo tecnológico y con el objetivo de mantener esta posición ventajosa en el mercado, las empresas pueden reducir al mínimo óptimo la plantilla estable y con unos conocimientos muy concretos, de tal forma que echan mano cada vez más de “los servicios” de mano de obra externa, de la que pueden disponer con flexibilidad. Este proceso de subcontratación empezó con tareas no relacionadas con la propia cadena de producción, como la vigilancia, la limpieza, las cafeterías de las plantas. Después, con procesos auxiliares de la producción, como el mantenimiento y reparación de instalaciones, la instalación de nuevas máquinas, los servicios técnicos de apoyo, etc. Finalmente, esta externalización llega a cubrir puestos de trabajo de la propia cadena de producción. De esta forma, surgen alrededor de las grandes corporaciones una serie de empresas pequeñas y medianas, empresas de trabajo temporal, subcontratas, etc. que van cubriendo esta trabajo. Como es de esperar, las condiciones laborales surgidas en este marco son más precarias.
Es así cómo, a día de hoy, y des de hace décadas, empresas de ETT proliferan de manera evidente. Y así lo muestran los datos: desde que fueran legalizadas en España en 1994, han sido una fuente continua de conflictos por vulneraciones de derechos, ilegalidades y precariedad, aunque llevaban realizándose años antes. En los últimos años, su número no para de crecer: solo entre 2012 y 2016, el número de contratos gestionados por estas empresas pasó de 1,2 millones a 2,1 millones. La propia Arcelor-Mittal, según noticias de 2018, llevaba seis años sin contratar trabajadores propios, es decir, que lo hacía a través de empresas como Serpusa.
El propio desarrollo de la capacidad productiva a través de la tecnología, conduce inevitablemente a la concentración de la producción que, a su vez, también trae como consecuencia vivir en un sistema que hace que entren en contradicción dos elementos positivos, como son, el desarrollo de la tecnología que mejora y hace más productiva y eficiente a la propia producción, por un lado, y que cada vez tengamos mano de obra más preparada, por otro. Esto no tiene otro motivo que bajo el sistema económico actual la fuerza de trabajo es una mercancía que debe ser tan rentable como le sea posible a los empresarios, cosa que implica, que se susitituirá a tanto trabajo como sea posible y que se aprovechará dicha tecnología para exprimir el trabajo restante tanto como se pueda.
La unidad obrera y la solidaridad de clase son fundamentales ante estos nuevos retos
Las ETT suponen un reto para la movilización obrera. No solo son una fuente de precariedad y temporalidad, sino que, por su modelo de negocio, fomentan la desmovilización obrera: trabajadores de diferentes empresas que en realidad están trabajando en una, trabajos temporales por los que es difícil sindicarse de forma constante… En este sentido, la solidaridad entre trabajadores de diferentes fábricas, la unidad de acción que fomente la unidad de clase, se presentan como únicas alternativas ante la esctructura empresarial y económica de nuestros días.