Desde hace tiempo, la clase trabajadora sufrimos la subida constante del precio de uno de los principales bienes de primera necesidad: la electricidad.
Así, las recurrentes noticias que aparecen en los medios de comunicación, informando sobre cómo día a día se bate record tras record histórico en su precio, vienen acompañadas con el incremento de nuestras preocupaciones: utilizar menos ciertos electrodomésticos, centrar el consumo de electricidad en las horas más “baratas”, no encender el aire acondicionado (en pleno pico u ola de calor, para más inri), son sólo algunas. Tomamos todas estas medidas con tal de intentar conseguir el necesitado ahorro de unos cuantos euros (siempre, aun así, escasos) cuando nos llegue la siguiente factura.
Esta situación ha llegado a su momento álgido en agosto. Durante este mes se han batido durante 5 días consecutivos los records de precio de la luz, justo coincidiendo con una ola de calor que nos ha dejado algunas de las temperaturas más altas registradas hasta ahora. A finales de agosto esto no ha parado y el precio de la electricidad se ha triplicado en comparación al de agosto del año pasado. De esta manera, agosto ha sido el mes con la factura más cara de la historia de nuestro país.
Al mismo tiempo, la alegría y éxtasis de las compañías de electricidad no cabe en sí: sus beneficios no paran de aumentar, y el Gobierno, como no podría ser de otra manera, se balancea entre la inacción y la protesta hipócrita.
Pero, ¿qué ha pasado para que se fijen estos escandalosos precios? ¿Qué ha hecho o dice querer hacer el gobierno de PSOE y Unidas Podemos?
Cómo los capitalistas del sector eléctrico fijan los precios
Primero de todo debemos explicar por qué está subiendo tanto el precio de la luz. Esto sucede porque el precio de la luz está controlado por unos pocos capitalistas monopolistas que controlan el mercado eléctrico de producción y comercialización de la luz.
Este sector se desarrolló especialmente durante el Franquismo y la Transición, como monopolio del Estado. En ese momento el Estado se ocupó de que el sector energético se desarrollara sí o sí, pues el desarrollo productivo era imprescindible para el proyecto imperialista de los capitalistas en España. Se creó una empresa pública de electricidad, Endesa, y se construyeron gran cantidad de embalses y presas con intervención estatal y dándolas en régimen de concesión. Así, desde el día uno, ambas cosas tenían como fin servir al enriquecimiento de un sector ínfimo de la sociedad. Ya con una democracia burguesa, cuando el sector ya estaba suficientemente desarrollado, los sucesivos gobiernos del PSOE y el PP se dedicaron a privatizarlo.
El sector eléctrico, por lo tanto, es un sector monopolista plenamente consolidado y ligado al Estado ya desde antiguo. Sus vínculos amplios con el Estado no sólo significan que este se haya pagado con el dinero generado por los trabajadores (como cualquier monopolio, en realidad), y se le haya dado a capitalistas privados, sino que además, por definición, ha tenido un vínculo estrecho con la burocracia al servicio de los capitalistas a lo largo de nuestra historia reciente.
Si cualquier capitalista monopolista tiene una cierta capacidad de forzar precios que le convengan, esta fijación de precios es absoluta en el sector de las eléctricas, donde la situación monopolista es la única posible, por la magnitud de sus operaciones, y donde la fijación de precios es históricamente la manera normal de funcionar (en los tiempos del monopolio estatal de la electricidad, mediante decisiones gubernamentales).
¿Cómo se da esta fijación de precios hoy en día?. Más allá de la parte de la factura correspondiente a los impuestos, peajes y otros conceptos, una parte importante de la factura es el reflejo de cómo se decide el precio del kilovatio-hora, que es donde está el ingreso principal de las eléctricas. Para determinar este precio las empresas de electricidad subastan su producción fijando el precio según si prevén que se va a consumir más o menos electricidad al día siguiente.
Además, toda la electricidad se debe pagar a todas las empresas, ya sean de energía más barata de producir, como la hidroeléctrica o la eólica, o más cara, como la de las centrales que utilizan gas natural, al precio de venta de la última que ha hecho falta para completar las necesidades diarias. Esto se traduce en que aumente de manera generalizada lo que se paga a todas las eléctricas por el kilovatio-hora al recibir una sobrerretribución.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, las compañías de electricidad consiguen hinchar artificialmente el precio al que venden la energía que producen. Así, empresas como Iberdrola sistemáticamente disminuyen o aumentan su producción en función de qué le beneficie más en cada momento:
- Disminuye su producción cuando quiere que entre en la subasta diaria la energía más cara generada mediante gas natural (por ejemplo), consiguiendo que a todas las eléctricas se les pague al mismo precio que esta última. Es decir, consiguiendo inflar su precio.
- En cambio, cuando la población necesita grandes cantidades de electricidad, como cuando la temperatura es muy fría o hace mucho calor, aumenta la producción al saber que la venderá a precios elevados y muy por encima de lo que le cuesta producir electricidad y de lo que realmente vale.
A modo de ejemplo, durante estos dos últimos meses en los que día a día se han ido batiendo, para consternación de los bolsillos de las familias trabajadoras, el precio de la luz, las compañías hidroeléctricas han producido más electricidad al saber que ingresaran ingentes beneficios a costa de un mayor consumo energético generado por la existencia de altas temperaturas. Esto lo ha conseguido a costa de prácticamente vaciar varios embalses que gestionan aunque esto suponga dejar sin suministro de agua a las poblaciones de alrededor.
Con todo esto vemos como ante cualquier escenario las eléctricas salen ganando, manejando los hilos necesarios para poder enriquecerse increíblemente mediante un bien de uso imprescindible en nuestro día a día.
¿Qué medidas está tomado el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos?
Una vez visto cómo las compañías eléctricas se enriquecen, debemos ver qué está haciendo el gobierno de nuestro país, el supuesto “gobierno más progresista de la Historia”.
Ante la grave situación anterior PSOE y Unidas Podemos recriminan su comportamiento a las eléctricas, declaran estar preocupados por el aumento del precio de la electricidad, prometen que le pondrán solución, o “lanzan balones fuera” acusando de esto a la Unión Europea o al precio de los combustibles fósiles (que, por otro lado, no es del todo cierto, pues el elevado precio de los últimos meses lo han marcado, principalmente, las compañías hidroeléctricas). Sin embargo, a la hora de la verdad, los hechos nos demuestran que el gobierno no está consiguiendo nada de cara a cambiar la realidad ante la que nos encontramos, haciendo ruido estéril con tal de intentar controlar nuestra justa indignación mientras las eléctricas se llenan los bolsillos.
Unidas Podemos, además, advierte que de no solucionarse la situación se planteará participar en movilizaciones. Movilizaciones que, no nos olvidemos, articularían contra ellos mismos en un ejercicio de hipocresía y cinismo, pues estamos hablando de un partido del gobierno que, por si fuera poco, encima se encarga de ministerios que tienen competencias en bienestar social y consumo. Movilizaciones en las que, por lo tanto, no pintan nada, siendo la única respuesta que se merecen el rechazo y oposición a su presencia.
Pero, más allá de vendernos el mensaje de siempre de “estar atados de pies y manos”, de que la “culpa no es suya” o de que “no pueden hacer nada” (o peor, responsabilizarnos a nosotros de esto dando a entender que no les apoyamos lo suficiente en la calle para que puedan hacer algo), lo realmente importante es ¿en qué se están traduciendo las medidas que están aplicando para que baje el precio de la electricidad?
Una de las primeras medidas que aplicó el gobierno fue establecer en junio diferentes horquillas de precios (horas valle, llana y punta) para, supuestamente, distribuir la demanda a lo largo del día, asegurándonos que esto racionalizaría el coste de la factura de la luz. El supuesto remedio ha sido peor que la enfermedad.
Por un lado, ha supuesto el empeoramiento de la calidad de vida de la clase trabajadora al tener que concentrar aún más la realización de ciertas tareas del hogar en los fines de semana o intentar no utilizar electrodomésticos dentro de las horas punta. Esto no sólo es un perjuicio por ser una molestia y preocupación más en nuestras vidas, sino que militariza nuestro consumo controlando hasta cuándo podemos hacer o no actividades tan básicas como lavarnos y planchar la ropa de toda la semana o cocinar la comida que nos llevaremos al trabajo. El fin de semana, que era el momento en el que muchos trabajadores podían descansar un poco más, ahora es, por decreto de los capitalistas y sus mayordomos en el Gobierno, el momento en el que tenemos que concentrar todas nuestras tareas porque su sistema es más rentable así. Esto supone un aumento de nuestra explotación, al dejarnos descansar menos y peor.
Por otro lado el establecimiento de horquillas de precios incrementó, irremediablemente, el precio del recibo ya el primer mes de su aplicación. El coste de la electricidad en junio fue el más elevado para este mes de la historia, con un incremento del 34,2% en la factura de un usuario medio, todo ello gracias tanto al establecimiento de estas franjas como a la especulación con el precio de la electricidad que realizan las grandes eléctricas. Así, vemos como la primera reforma que prometía que nos ayudaría no sólo no nos ayudó, sino que nos perjudicó económicamente y en nuestra vida.
Tras las consecuencias de lo anterior, la siguiente medida que el gobierno del PSOE y Unidas Podemos plantearon como solución a la situación, ha pasado por disminuir el IVA asociado a la factura del 21% al 10% y suspender el impuesto de generación que pagan las eléctricas de manera temporal. No obstante, al mismo tiempo que esto ocurría, las grandes compañías eléctricas “compensaron” esa bajada en la cifra final de la factura, con un incremento extra en paralelo del precio de la electricidad. Así, la “brillante” idea del gobierno bajando el IVA ha sido una reforma que no sólo, de nuevo, no ha conseguido que paguemos apenas menos en el recibo, sino que, al mismo tiempo que ha conseguido que estas compañías ganen un “pico” de más viniéndoles hasta bien la actuación del gobierno.
Por último, la medida “estrella” que lleva tiempo reclamando Unidas Podemos, y que parece que, al menos, una parte del PSOE no rechaza del todo, es la creación de una empresa pública que gestione la energía hidroeléctrica. Esta empresa se formaría mediante la incorporación de las centrales hidroeléctricas cuya concesión vaya venciendo. Al ver la manera concreta de aplicarlo, por lo tanto, una de las cuestiones más llamativas es que ni siquiera esto serviría para conseguir soluciones a corto plazo, pues requeriría de años de espera para ser efectiva dado que las concesiones van venciendo poco a poco y no sería hasta dentro de 39 años que se habrían revertido todas. Esta demora inasumible para la urgencia en la que nos encontramos, se debe a que por encima de atender a nuestras necesidades, el gobierno prioriza ajustarse a las limitaciones legales y judiciales que marca el Estado o la Unión Europea. Limitaciones que, tal y como demuestra este caso, benefician a una clase social y nos perjudica a otra.
Por otro lado, aún con el establecimiento de una empresa pública, si bien sería más fácil evitar los abusos actuales, esta funcionaría según la lógica del mercado, tal y como ya sucede en empresas de electricidad públicas en otros lugares de Europa. A modo de ejemplo, en Francia, a pesar de que el 84% del capital de Electricidad de Francia es de propiedad estatal, esta empresa opera en bolsa y los precios de la energía fluctúan también dependiendo del mercado.
Con todo lo anterior hemos podido comprobar cómo el gobierno se limita a mostrar su malestar hipócritamente y a aprobar reformas que son tan a la medida de los capitalistas, que todavía dificultan más la vida a las y los trabajadores. Recordemos que ante la precariedad en la que vive buena parte de la clase trabajadora el pagar más (y no poco) en un recibo todos los meses es algo muchas veces inasumible o un gran sobreesfuerzo más que disminuye, en la práctica, nuestro salario indirecto. Es un escenario que requiere de un cambio cuanto antes y no puede esperar a ver si funciona la medida A, B o C o a que pasen años para ejecutar una propuesta “salvadora” para conseguir, en el mejor de los casos, unas pequeñas migajas que palien levemente el problema de manera temporal. Más aún cuando, en el panorama actual, cada vez con más asiduidad padecemos episodios de frío o calor extremo que se traducen en subidas del precio de la electricidad. Afecta tanto a nuestra vida que no nos sirven las quejas de Unidas Podemos que, para sorpresa de nadie, acaban en nada. No nos sirve que se pinten de “héroes y heroínas” cuando, a las claras, se demuestra que su lugar en las instituciones no sirve a nuestros intereses y que, lo que están haciendo se diferencia, de facto, en nada a lo que hace el PSOE.
Y es que PSOE y Unidas Podemos, una vez más, tal y como lleva demostrándonos desde que accedieron al gobierno no van a cumplir las ya limitadísimas reformas progresistas que dijeron que harían, tal y como nos demuestran mes a mes. Esto es porque ser el gobierno de un país capitalista implica aceptar unas dinámicas que les obliga a aplastarnos e incrementar nuestra explotación. En este caso, que supone la existencia de una realidad en la que las grandes compañías eléctricas obtienen grandes beneficios a costa del bienestar de la clase trabajadora.
Los capitalistas señalan, su Gobierno ejecuta.