«Hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan pausada y fina, tan apacible, amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra». – Mao Tse-Tung.
Publicamos este análisis sobre la guerra de liberación nacional palestina en defensa y solidaridad con la justa lucha palestina. Nuestro objetivo es facilitar su comprensión desde una perspectiva marxista-leninista-maoísta a aquellos revolucionarios y activistas que saben que la legitimidad está del lado del pueblo palestino pero tienen muchas dudas sobre aspectos importantes. ¿Es legítimo apoyar la lucha siendo Hamás una organización reaccionaria que dirige el movimiento en la actualidad? ¿Qué otros sectores progresistas o democráticos existen y luchan también por la liberación de Palestina? ¿Cuál es su papel? ¿Qué aspecto es el principal en este momento de la liberación nacional palestina?
Primero proporcionamos una explicación básica sobre la naturaleza del imperialismo en colonias y semicolonias; qué diferencias hay y qué contradicciones rigen en una situación de lucha por la liberación nacional, así como el caso especial de las colonias de asentamiento como Israel y breves ejemplos históricos de liberación nacional y su resultado con y sin Guerra Popular Prolongada. Luego abordamos el contexto histórico y análisis de clase para la situación actual de Palestina y sus distintas facciones políticas en lucha; cuáles forman parte de la resistencia y cuáles no.
Hacemos especial énfasis en la correcta caracterización del conflicto y análisis de las contradicciones. Nosotros entendemos que los revisionistas, al no hacerlo, pasan a una equidistancia más o menos manifiesta que confunde a quienes se solidarizan por la causa palestina. Por ello en el análisis abordamos en particular los siguientes aspectos: el pacifismo pequeñoburgués, la naturaleza reaccionaria de Hamás y su papel en la dirección del movimiento, y el grado de influencia del FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) y otros destacamentos progresistas en él.
La mayor duda que parece existir entre quienes se solidarizan por la lucha palestina es un problema para distinguir correctamente cuál es la contradicción principal en el seno de la sociedad palestina, derivando de ello si es correcto o no el apoyo a una lucha, hoy por hoy, encabezada por el ala reaccionaria de la resistencia palestina representada por Hamás. Para ello, hay que asentar más profundamente una correcta comprensión sobre la naturaleza de las guerras de liberación nacional: qué clases sociales componen sus campos en pugna; qué papel juegan en el funcionamiento del imperialismo y su manifestación en los países coloniales y semicoloniales, el capitalismo burocrático; y la estrategia de los comunistas liberar a la nación, la guerra popular prolongada. También hay que dar atención especial a la situación concreta de Palestina y la naturaleza del Estado de Israel: una colonia de asentamiento. Solo luego podremos entender las tareas de los comunistas en el frente exterior del imperialismo y cuál debe ser la de los revolucionarios y demás internacionalistas honestos que les apoyamos desde el frente interior del imperialismo.
Ante esto, nuestro análisis se resume en las siguientes ocho tesis principales:
- El Estado de Israel es una colonia de asentamiento en Palestina. Se trata de un régimen títere de EEUU. Sin él, y en segundo término de otras potencias imperialistas, no podría mantener el elevado coste de la ocupación militar y asentamientos de colonos. Pese a la apariencia, es un Estado muy frágil económicamente cuya razón de ser en el esquema imperialista es ser «el matón» de las potencias imperialistas en el Medio Oriente.
- La contradicción principal es la que desarrolla el papel dirigente en todo proceso, también en el transcurso de una revolución. El caso palestino es el de una agresión imperialista directa que desata una guerra, situando la contradicción principal entre los imperialistas y el pueblo palestino como principal. Esta guerra sitúa a los imperialistas a un lado y, al otro, a una resistencia nacional con amplísimos y variados sectores de la población.
- La tarea del proletariado y del Partido en una colonia como la palestina no solo consiste en ganarse a sus aliados naturales, el campesinado principalmente, la pequeña burguesía y los intelectuales de tendencias nacional-democráticas, sino también en arrastrar a la burguesía nacional y demás sectores vacilantes de la reacción que estén dispuestos a luchar contra el invasor. La constitución de esta gran alianza es el Frente Único Nacional.
- Como en la experiencia china en la guerra de resistencia contra Japón, una victoria completa en la lucha por la liberación nacional depende de la ampliación y consolidación del frente único: desarrollando a las fuerzas progresistas (proletariado y campesinado, pequeña burguesía e intelectuales), ganando a las fuerzas intermedias o vacilantes (la burguesía nacional) y pugnando con el ala reaccionaria (fuerzas feudales, terratenientes y gran burguesía). Hamás representa en Palestina este último sector, el ala reaccionaria y feudal.
- La resistencia nacional palestina incluye numerosos sectores palestinos, incluidos el FPLP y Hamás. Todos estos grupos llevan tiempo coordinándose mediante una dirección militar conjunta. Esta dirección, y no Hamás, es el espacio desde donde se hizo el primer llamamiento popular masivo a la insurrección armada contra la ocupación colonial de Israel el día 7 de octubre, marcándolo como una acción planificada y ejecutada por la resistencia nacional en su conjunto. Condenar esta actuación es condenar la resistencia nacional palestina y posicionarse al lado del agresor colonial sionista.
- El pacifismo pequeñoburgués apela al supuesto “humanitarismo” y «orden legal» de la «comunidad internacional» y a la «no-violencia» para la resolución del “conflicto” entre Israel y Palestina. Esta posición no puede sino partir de una concepción absolutamente idealista sobre cómo funciona el mundo. La comunidad internacional y su ley no existen realmente más allá de lo que los intereses de las potencias imperialistas permiten. La protesta no violenta no es una opción. Dejarse matar no es una opción.
- El reformismo radical, que a veces ostenta ideas pacifistas y a veces, sobre el papel, defiende el derecho de los palestinos a defenderse en mayor o menor grado, apela también a las instituciones burguesas, citando las distintas resoluciones de la ONU, desde 1947 hasta hoy, que son en el fondo la base para la legitimidad de Israel y los colaboracionistas de la Autoridad Palestina. La partición en dos Estados mantiene la existencia de un Estado colonial que solo sirve a los intereses imperialistas, principalmente de EEUU, y para negar la posibilidad de un Estado único palestino, popular, democrático y secular, que pueda llegar a ejercer de punta de lanza para la revolución democrática en el mundo árabe.
- El infantilismo izquierdista, que sostiene que estamos ante un conflicto de carácter inter-imperialista y que, por lo tanto, no cabe apoyar a la resistencia nacional de palestina, pues estos son títeres de potencias extranjeras como China o Rusia, y «ambos lados son malos». La realidad es que el Estado de Israel obtiene apoyo y reconocimiento desde Washington hasta Moscú y Beijing. La resistencia nacional palestina no es ningún títere imperialista, sino la genuina cristalización del deseo de libertad de un pueblo oprimido. En todo Occidente, las muestras de solidaridad están siendo reprimidas por la dictadura de la burguesía porque es con la causa de Palestina con quién las masas populares de todo el mundo verdaderamente se solidarizan. Su lucha también es la nuestra.
Este análisis parte de una circular interna más amplia difundida la semana pasada cuyo objetivo era: 1) proporcionar una comprensión amplia de la guerra a la base militante y simpatizantes; 2) dar directrices sobre la aplicación de la línea de masas en esta cuestión, es decir, cómo este análisis y consignas generales debían traducirse en la politización y movilización de las masas.
Creemos humildemente que esta es una aportación útil para que los activistas y revolucionarios que realmente buscan respuestas sobre la guerra de liberación palestina, además de aportar claves para caracterizar las colonias y semicolonias y determinar las tareas de los revolucionarios en estos países. Esto es clave para la comprensión de los conflictos imperialistas.
1. El dominio imperialista y sus formas.
La principal forma mediante la cual un país imperialista sojuzga a un país dominado es a través del control de su vida económica. Las relaciones capitalistas en el país oprimido son injertadas burocráticamente desde la metrópolis imperialista y no son fruto del libre desarrollo de ese país. Por el contrario, este desarrollo capitalista independiente se ve restringido y atado a las necesidades del capital extranjero. Esto se lleva a cabo mediante la exportación masiva de capitales al país oprimido; el uso de la deuda para controlar los recursos nacionales; la dependencia tecnológica hacia la metrópolis… La dominación económica da paso, de forma natural, a la dominación política, ya sea mediante la coacción violenta con intervención militar, o más sutilmente con la implantación de regímenes títere o el soborno de la administración pública, la intervención de competencias gubernamentales como el control de la moneda, el comercio o las estructuras militares. Cuando este dominio se ejercita de manera directa (y brutal) por parte de la metrópolis estamos ante un régimen de tipo colonial. Cuando esto sucede de forma más o menos velada en un país que es formalmente independiente, estamos ante una semicolonia. La mayoría de estados independientes del mundo actualmente existentes responden a este segundo tipo.[1]
La necesidad de las potencias imperialistas de implementar una estructura extractiva y/o productiva, los medios logísticos, el control administrativo y las herramientas de adoctrinamiento y coerción sociales correspondientes, llevan a la implementación burocrática de los rasgos capitalistas en el viejo Estado del país dominado. A esta estructura productiva la denominamos capitalismo burocrático, por su origen artificial e impuesto. Este tipo de capitalismo engendra a dos sectores distintos entre la gran burguesía del país: por un lado, aquella burguesía colaboracionista que mantiene su posición por ser correa de transmisión de los negocios de las potencias extranjeras, la burguesía compradora, y por otro aquella ligada a la gestión del aparato estatal y sus ramificaciones en el control de la producción, la burguesía burocrática, en colaboración y competencia con la burguesía compradora. Aparte de estas dos clases, los países dominados frecuentemente se caracterizan por la persistencia de rasgos de los regímenes feudales: la existencia del campesinado como clase social base del país, y la existencia de una clase terrateniente, que controla la tierra y que oprime y somete al campesinado bajo distintas formas de servidumbre o trabajo semiesclavo con ayuda del viejo Estado, sea colonial o semicolonial. Esto es lo que llamamos semifeudalidad. Es decir, la fuerza de trabajo, mayormente, no se vende en “libre” concurrencia, como en un país imperialista. Por el contrario, existe una relación de servidumbre en la que se realiza un trabajo a cambio de mantener la vivienda, el acceso a alimentos u a otras necesidades básicas, con escasas posibilidades de escapar de tal contrato, por la coerción social e incluso física por parte de las clases dominantes y sus gendarmes. Gran parte de la actividad económica se lleva a cabo informalmente, haciendo que el semiproletariado[2] sea otra de las clases principales.
Por último, a diferencia de las anteriores, existe otro tipo de colonias que se caracterizan por la invasión de colonos y el sometimiento brutal de la población colonizada mediante diferentes políticas de segregación y desposesión económica de sus medios de producción. El objetivo de estas políticas es convertir a la población colonizada en una base de clases sociales inferiores a la que poder superexplotar para extraer superganancias. Este régimen tan brutal de opresión es lo que comúnmente conocemos como régimen de apartheid, y en su versión más cruenta puede suponer políticas genocidas contra el pueblo colonizado, como las que vemos hoy en la Franja de Gaza. Aunque esas políticas generan una gran destrucción y muerte entre la población colonizada, su objetivo es el sometimiento y asimilación forzosa del pueblo oprimido en el proyecto colono. Aunque en el seno de la sociedad colona existan divisiones sobre como gestionar la relación con el pueblo oprimido, en general el proyecto colonizador depende de ese sometimiento continuado para atraer a los colonos y ser viable económicamente mediante la dicha extracción de superganancias y la desposesión económica continuada. EEUU, hoy superpotencia imperialista, o Australia y Canadá, potencias de segundo orden, se han constituido de esta forma.
1.1. La naturaleza y posición de Israel dentro del esquema imperialista mundial.
De todos modos, no todas las colonias de asentamiento se han transformado en potencias imperialistas: ni la República de Sudáfrica durante el apartheid ni Rhodesia (hoy Zimbabwe), famosas colonias de asentamiento del siglo XX, no cumplían los requisitos para ser consideradas como tal, ni tampoco los cumple Israel. Se trata de regímenes títere con una gran dependencia de la entrada de capital financiero extranjero y de ayudas directas o tratos preferentes para la continuada supervivencia de un sistema económico colonial extremadamente caro de mantener y que de otro modo sería insostenible. Veamos el porqué con algunos detalles importantes.
El Estado de Israel ha dependido históricamente de la ayuda de las potencias imperialistas, principalmente EE.UU., para poder sostener los gastos derivados de la ocupación militar, la administración gubernamental del territorio y el fomento de los esfuerzos colonizadores. Su economía, extremadamente débil e inestable, ha tenido una balanza de pagos deficitaria (más importaciones que exportaciones) durante la mayor parte de su existencia, así como un sistema financiero endeudado hasta las cejas. Así lo explican las mismas fuentes estatales israelíes:
«Durante los últimos 61 años, Israel ha necesitado alrededor de U$S 176.000 millones (en valores corrientes) para cubrir los déficits de su balanza de pagos. Cerca de dos tercios de esta suma fue cubierta por transferencias unilaterales tales como fondos traídos por inmigrantes, pensiones de organismos extranjeros, donaciones de organizaciones judías en el exterior a instituciones de servicio social, salud y educación, y donaciones de gobiernos extranjeros, especialmente de los Estados Unidos. El resto fue financiado por préstamos de individuos, bancos y gobiernos extranjeros, que Israel ha estado amortizando desde sus primeros años.»[3]
Para que esta situación se revierta, la burguesía israelí necesita tratos económicos preferentes muy especiales con los mercados de las potencias occidentales, desde Europa hasta Norteamérica, y así poder atraer también a capitales extranjeros que se lucran de manera extraordinaria gracias a las tasas impositivas sensiblemente menores y la explotación de mano de obra barata en Palestina, Egipto y Jordania:
«La competitividad de las exportaciones israelíes se ha reforzado merced a la adhesión a los acuerdos aduaneros GATT, así como a la constitución en 1975 de un área de libre comercio para productos industriales con la Comunidad Europea, y otra en 1985 con los Estados Unidos, para todos los productos. Gracias a ello, los productos israelíes pueden introducirse sin pago de aranceles tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos. Los productores israelíes pueden así enfocar un mercado 110 veces mayor que el interno y pueden también atraer a inversores que desean exportar a Europa sin pagar aduanas. Además, inversores israelíes han creado consorcios con empresas de Jordania y de Egipto, estableciendo fábricas en zonas industriales especiales, de las que exportan productos sin aduana a la UE y a los EE.UU.»
De todos modos, este régimen colonial es extremadamente inestable, ya que depende de la constante represión de la población árabe, tanto del pueblo palestino, como de los países colindantes, que son regímenes semi-coloniales también dependientes de las potencias occidentales y principalmente de EE.UU. Debido a esto, la economía de Israel es muy susceptible a los levantamientos armados como las dos Intifadas, que provocaron sendas crisis productivas y financieras en Israel, o los estadillos más pequeños de violencia espontánea o las grandes protestas pacíficas recurrentes como las Marchas Del Retorno. Por ello, la burguesía israelí no puede sostenerse sin garantías especiales por parte de la principal potencia imperialista detrás de este proyecto colonial: los EE.UU. Dejando a un lado las archi-famosas cifras de ayuda militar y financiera directa, el Congreso de los Estados Unidos permite tasas de interés preferentes para el endeudamiento de Israel y asume hacer de aval de la economía israelí si esta entra en fallida, destinando una partida de fondos reservados del Estado a dicha finalidad [la traducción es nuestra]:
«Desde 1972, Estados Unidos ha concedido garantías de préstamo a Israel para ayudar a paliar la escasez de viviendas, la absorción por Israel de nuevos inmigrantes procedentes de la antigua Unión Soviética y Etiopía, y su recuperación económica tras la recesión de 2000-2003, probablemente causada en parte por el conflicto palestino-israelí conocido como la segunda intifada. Las garantías de préstamos son una forma de ayuda indirecta de Estados Unidos a Israel; permiten a Israel obtener préstamos de fuentes comerciales a tipos más bajos. El Congreso ordena que las subvenciones se reserven en una cuenta del Tesoro estadounidense en caso de un posible impago israelí. Estas subvenciones, que son un porcentaje del préstamo total (basado en parte en la calificación crediticia del país prestatario), han procedido del gobierno estadounidense o israelí. Israel nunca ha incumplido una garantía de préstamo respaldada por Estados Unidos.»[4]
Así pues, Israel, aunque ha llegado a desarrollar industrias punteras y exporta capitales a otros países, en el fondo es un proxy de EEUU en Oriente Medio, se constituye como colonia de asentamiento mediante la ocupación de Palestina. Volveremos a los detalles del caso palestino en el último apartado.
2. La revolución de nueva democracia.
La estructura de clases analizada con anterioridad supone que en las semicolonias semifeudales las tareas democrático-burguesas para el desarrollo del país aún están por hacerse o se han implementado solo parcialmente, a conveniencia del imperialismo. Las fuerzas en oposición al dominio imperialista de la nación oprimida tienen orígenes de clase social muy variados, no solo el proletariado: el campesinado, como clase básica, frecuentemente en lucha por libertades democráticas y la plena propiedad de la tierra; la pequeña burguesía urbana empobrecida, aplastada por las condiciones de miseria y represión que, como al campesinado, impone el dominio imperialista a los pequeños productores; e incluso algunas capas superiores de la burguesía, la llamada burguesía nacional, que pueden estar descontentas con el agravio que supone a sus intereses como clase el atraso económico y social del país o la competencia desigual de los productos extranjeros en el mercado nacional. Todas estas capas sociales tienen contradicciones importantes a diario con el imperialismo fruto del estatus dominado de su nación y tienen un interés objetivo en librarse del yugo de las potencias extranjeras y sus colaboracionistas. Esto hace que la estrategia revolucionaria de los comunistas en las semicolonias semifeudales sea la Revolución de Nueva Democracia, encaminada de forma ininterrumpida al socialismo, con el proletariado como fuerza dirigente, el campesinado y el semiproletariado como fuerzas motrices, y la pequeña burguesía urbana como aliada. A su vez, supone cómo debe realizarse la revolución: con la guerra popular en el campo como elemento principal, la lucha de masas urbana como complemento, y la guerra popular urbana como secundaria, aunque esto variara en función de la composición y distribución productiva y demográfica del país (mayor o menor peso de las ciudades, mayor o menor población campesina, etc.).
Sin embargo, las tareas democrático-burguesas también pueden estar pendientes por otras causas no relacionadas con la semifeudalidad: en países dominados con relaciones plenamente capitalistas, la instauración de dictaduras cívico-militares o fascistas, lacayas con el imperialismo, suponen la restricción de las libertades democrático-burguesas a las capas populares. Por tanto, son un caso de semicolonialidad con características propias, ante el que no es posible aplicar mecánicamente la estrategia revolucionaria para los países semicoloniales y semifeudales: el proletariado es la fuerza dirigente y motriz, con el semiproletariado y la pequeña burguesía como aliados. En estas circunstancias de dictadura, la lucha democrática requiere de organizaciones clandestinas de masas infiltradas en las instituciones del régimen y el elevado grado de represión justifica con facilidad, a ojos de todo el pueblo, el uso de la violencia revolucionaria contra la dictadura militar o fascista. La constitución de un gobierno obrero y popular encaminado al socialismo, reflejo de la composición de clase de las fuerzas revolucionarias, es la estrategia revolucionaria adecuada. La guerra popular en estos países, en la fase de defensa estratégica, tiene como base la guerra de guerrillas rural, suburbana e industrial en las proporciones de la producción económica del país y la distribución geográfica de la población, complementada con la movilización de masas urbana. Ejemplos de estas semicolonias las tenemos en la Grecia o Portugal bajo las dictaduras del siglo XX.
3. La guerra de liberación nacional y el frente único nacional.
Así pues, en condiciones de paz, en una semicolonia, la contradicción principal entre las fuerzas de la revolución y las fuerzas reaccionarias es derribar el capitalismo burocrático mediante la resolución de la tarea democrática y darle continuación con la revolución socialista. Pero eso puede no siempre ser el caso. Para exponer cómo cambia y cuál es la contradicción principal en una Guerra de Liberación Nacional, leamos al mismo Presidente Mao explicarlo. La cita es larga, pero vale la pena:
«En un país semicolonial como China, la relación entre la contradicción principal y las contradicciones no principales ofrece un cuadro complejo.
Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país así, las diferentes clases de éste, excepto un pequeño número de traidores, pueden unirse temporalmente en una guerra nacional contra el imperialismo. Entonces, la contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la contradicción principal, mientras todas las contradicciones entre las diferentes clases dentro del país (incluida la contradicción, que era la principal, entre el sistema feudal y las grandes masas populares) quedan relegadas temporalmente a una posición secundaria y subordinada. […].
En otras circunstancias, sin embargo, las contradicciones cambian de posición. Cuando el imperialismo no recurre a la guerra, sino a medios relativamente moderados, medios políticos, económicos y culturales, para llevar adelante su opresión, la clase dominante del país semicolonial en cuestión capitula ante el imperialismo y forma con él una alianza para oprimir conjuntamente a las masas populares. En esas circunstancias, las masas populares suelen recurrir a la guerra civil contra la alianza del imperialismo y la clase feudal, en tanto que el imperialismo emplea a menudo métodos indirectos, y no la acción directa, para ayudar a los reaccionarios de dicho país a oprimir al pueblo, y así las contradicciones internas se vuelven particularmente agudas. […]
Cuando la guerra civil revolucionaria se desarrolla hasta el punto en que amenaza la existencia misma del imperialismo y de sus lacayos, los reaccionarios internos, suele aquél adoptar otros métodos para mantener su dominación: o bien trata de dividir el frente revolucionario, o bien envía fuerzas armadas para ayudar directamente a los reaccionarios internos. En tal caso, el imperialismo extranjero y la reacción interna se colocan, sin el menor disimulo, en un polo, y las amplias masas populares se agrupan en el otro, y así se forma la contradicción principal, que determina o influye en el desarrollo de las demás contradicciones. […].
Pero, ocurra lo que ocurra, no cabe ninguna duda de que en cada etapa de desarrollo de un proceso hay solamente una contradicción principal, que desempeña el papel dirigente.»
Como hemos dicho anteriormente y como explica Mao en la cita aportada, en ocasiones a los imperialistas no les basta con la mera dominación económica y política con métodos «de tapadillo», manteniendo las formalidades de la diplomacia y el respeto a la independencia nacional formal, y se ven empujados a emplear la fuerza militar abierta contra los países oprimidos a riesgo de perder posiciones en el plano internacional o para forzar una mejora de su situación en el reparto imperialista. Estas guerras de agresión agudizan la contradicción entre nación oprimida y nación opresora y alteran de repente el esquema anterior. Sustituyen la contradicción principal, que era con las clases dominantes locales, al crear una fuerza externa ocupante. Entendámoslo. La guerra de agresión imperialista exacerba las contradicciones con el imperialismo porque sus efectos implican casi invariablemente la destrucción material de buena parte del país: las personas, principalmente las clases populares, son asesinadas, degradadas y humilladas por el enemigo; mujeres y niños sufren violencia sexual; barrios enteros son arrasados; se destruyen infraestructuras vitales; se queman cosechas y se mata el ganado; se contaminan o envenenan las reservas de agua dulce; se arruinan y destruyen numerosos negocios, pequeños, medianos y grandes; se pierden derechos ante el enemigo ocupante, la lengua y la cultura nacional será perseguida… Amplias capas de la población se ven afectadas negativamente y se generan diferentes grados de resistencia contra la invasión de manera espontánea y se organizan grupos políticos contrarios al imperialismo, representantes de distintos sectores sociales. La invasión pone a todos estos grupos en mayor o menor medida del lado de la resistencia nacional y ello debe ser aprovechado por los comunistas para empujar esas amplísimas fuerzas en la dirección correcta en la lucha contra el imperialismo, en favor de la liberación nacional, condición indispensable para llevar a cabo la revolución democrática. Esta situación también aplica aquellas naciones que están siendo ocupadas de manera colonial, pues para ello han sido invadidas previamente por una potencia extranjera.
En estas circunstancias, la tarea del proletariado y del Partido no solo consiste en ganarse a sus aliados naturales, el campesinado principalmente, la pequeña burguesía y los intelectuales de tendencias nacional-democráticas, sino también en arrastrar a la burguesía nacional y demás sectores vacilantes de la reacción que estén dispuestos a luchar contra el invasor. La constitución de esta gran alianza es el Frente Único Nacional. Esta táctica fue teorizada y llevada a la práctica por Mao Zedong y el Partido Comunista Chino durante el largo proceso de la Revolución China, que estuvo marcada por la guerra de agresión imperialista lanzada por Japón con la finalidad de convertir China en una colonia bajo dominio japonés. Durante todo ese tiempo, los comunistas chinos lucharon contra la burguesía nacional y el resto de reaccionarios por ostentar la hegemonía en el Frente Único Nacional. Buscaron y crearon alianzas frecuentemente con sectores de las clases dominantes chinas opuestos al dominio imperialista: desde grupos de intelectuales urbanos y facciones de nacionalistas desafectos con el caudillo del Kuomintang, Chiang-Kai-Shek, hasta señores de la guerra feudales opuestos al dominio de Japón. Esta alianza táctica evolucionó, se rompió y se rehizo en diferentes ocasiones según se producían avances y retrocesos en la pugna contra el imperialismo agresor por la liberación nacional. Y conforme el Partido afianzaba sus tareas nacionales, en el fondo también desarrollaba las tareas democráticas, pues en el proceso se integran en la lucha a millares de personas a las que hay que elevar políticamente.[5] Una victoria completa en la lucha por la liberación nacional depende de la ampliación y consolidación del frente único: desarrollando a las fuerzas progresistas (proletariado y campesinado, pequeña burguesía e intelectuales), ganando a las fuerzas intermedias o vacilantes (la burguesía nacional) y pugnando con el ala reaccionaria (fuerzas feudales, terratenientes y gran burguesía).[6]
4. El caso de Palestina: por qué es justa la lucha del pueblo palestino y su resistencia nacional.
Al término de la II Guerra Mundial Palestina era una colonia dominada por el imperio británico. El movimiento sionista internacional, un movimiento político burgués, aspiraba desde hacía décadas a poder construir un estado-nación étnicamente judío en ese país. La creación del Estado colonial de Israel[7] es principalmente el resultado de la utilización del movimiento sionista por parte del Imperio Británico para sus propios fines con el apoyo indispensable de los EE.UU. y Francia. La guerra había dejado los viejos imperios coloniales europeos en una situación de debilidad muy notoria y por doquier surgían movimientos de liberación nacional que florecían y se armaban frecuentemente con el apoyo de la Unión Soviética, y en no pocos casos adoptando el marxismo-leninismo como guía para la acción. El proyecto de colonización sionista en Palestina garantizaba a las potencias occidentales una toma en tierra para el dominio de una región mundial rica en recursos petrolíferos y clave para mantener sojuzgada la creciente fuerza del movimiento panarabista. Como hemos descrito antes, una colonia de asentamiento es una forma de agresión imperialista enormemente brutal. La llegada masiva de colonos sionistas armados hasta los dientes por las potencias occidentales fue el preludio de la llamada Nakba, palabra en árabe que significa “tragedia” o “calamidad”. En definitiva, se refiere a la usurpación de tierras, desposesión económica y desplazamiento forzoso de la población nativa palestina, mayoritariamente musulmana, pero con fuerte presencia de minorías cristianas y judías. Esta población nativa, a excepción de la minoría judía, devino en ciudadanos de segunda categoría, manteniéndoles violentamente en las clases más bajas de la sociedad en un progresivo régimen de segregación racial a través del que poder superexplotar a las masas palestinas.
En 1967, ante el desastre bélico de los regímenes militares panarabistas encabezados por el Egipto de Abdel Náser, se inicia el proceso de fundación del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) como resultado de la unión de diversos grupos nacionalistas panarabistas y su adopción del Marxismo-Leninismo con fuertes influencias del Pensamiento del Presidente Mao[8], como demuestra la lectura del texto «Estrategia para la Liberación de Palestina», publicado en 1969.[9] En este el FPLP describe una táctica de Frente Único de Liberación Nacional parecida a la que llevaron a cabo los comunistas chinos. Durante décadas intentaron aplicarlo mediante su ingreso y trabajo dentro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dirigida por Yasir Arafat, líder del partido nacionalista secular «Fatah», representante de las fuerzas intermedias, la burguesía nacional, así como de las capas de pequeñoburgueses e intelectuales seculares. El objetivo del FPLP es la búsqueda de la unidad de la resistencia nacional en su totalidad bajo un programa secular y democrático, a la vez que se lucha contra el oportunismo de los dirigentes de Fatah (incluido Arafat) y de Hamás, representante del ala reaccionaria y feudal de la resistencia nacional.
Un ejemplo claro de este oportunismo, denunciado en su momento tanto por el FPLP como por otras fuerzas revolucionarias del mundo, es la firma de los acuerdos de Oslo en 1993[10]. Ejecutada por parte de Arafat y la OLP, y reconocida muy posteriormente también por Hamás, este acuerdo supone la aceptación de la “partición” en dos Estados. Esta decisión en la práctica se ha traducido en darle autonomía gubernativa a dos guetos gigantes: la Franja de Gaza y Cisjordania. Dirigentes oportunistas y vende-patrias como Mahmoud Abbas han capitulado ante Israel para repartirse las migajas sobre el control de la Autoridad Palestina, el migrado espacio gubernativo que Israel permite existir. Lejos de suponer un verdadero Estado palestino, es poco más que una policía colonial que le sale barata al apartheid israelí, dedicándose a reprimir a las demás fuerzas de la Resistencia Nacional, como el famoso caso de la detención y entrega «de facto» a las fuerzas israelíes del secretario general del FPLP, Ahmed Sadat. En los territorios controlados por la Autoridad Palestina se reproducen los esquemas del capitalismo burocrático: con una dependencia total hacia el capital israelí, engendrando una burguesía compradora, dependiente de las limosnas sionistas, y una capa de gestores burocráticos en los despachos de la Autoridad Palestina. Las masas palestinas son empleadas como mano de obra barata en trabajos peligrosos o en talleres y fábricas. Los bienes y capitales inversores que circulan en el mercado palestino son en su inmensa mayoría producidos en Israel, así como los materiales necesarios para la construcción y mantenimiento de viviendas, infraestructuras y servicios básicos como la sanidad, la luz o el agua. De este modo, las operaciones cíclicas de destrucción que Israel lleva a cabo en los territorios de Gaza y Cisjordania también son funcionales a la propia reproducción del capitalismo israelí. Así lo describía en 2002 la revista internacional marxista-leninista-maoista «A World To Win» (la traducción es nuestra)[11]:
Como ya se ha señalado al hablar de los asentamientos ilegales, Israel ha dividido las zonas palestinas en islas discontinuas. Ha utilizado su dominio militar para impedir el desarrollo de una economía palestina natural e interconectada y, en su lugar, ha fomentado esta situación de islas económicas separadas. Este proceso ha llegado tan lejos que, en palabras de un economista, «en 1998, había cesado casi toda interacción física, demográfica y comercial entre Cisjordania y Gaza».
Esto ha hecho que la economía palestina dependa en gran medida de las relaciones económicas con Israel. La inmensa mayoría de las exportaciones palestinas van a Israel (88%), mientras que los territorios palestinos son el segundo destino de las exportaciones israelíes, después de Estados Unidos. Israel es también la fuente de la mayor parte de la inversión de capital en Palestina.8 Uno de los frutos podridos del proceso de paz ha sido el aumento del tipo de fábricas comunes a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México (maquiladoras). Los componentes israelíes inacabados se “venden” a los subcontratistas palestinos que han creado estas fábricas y que, a continuación, ensamblan los componentes utilizando mano de obra palestina barata, para luego “revenderlos” de nuevo a los israelíes y obtener un beneficio. Esto ha dado lugar a la aparición de una pequeña clase de adinerados empresarios palestinos que dependen por completo del comercio con Israel y de la superexplotación de la mano de obra barata palestina, principalmente mujeres, en estas fábricas tipo maquiladora, donde los salarios medios son de unos 3 dólares al día, menos de la décima parte de lo que pagan los trabajadores israelíes.
De la gestión de esta miseria se benefician oportunistamente tanto la Autoridad Palestina, bajo control de Fatah, como los reaccionarios feudales de Hamás. Mientras que los primeros gestionan el aparato del capitalismo burocrático y monopolizan las ayudas internacionales, los segundos operan grandes redes de beneficencia y economía de favores usando una ideología fundamentalista religiosa que atrae a un buen número de personas indignadas con la hipocresía de Fatah y dispuestas a luchar contra la ocupación de Israel.[12]
Por otro lado, permanece la cuestión, ante la clara ausencia de un proyecto revolucionario marxista-leninista-maoista, que esté por el desarrollo de la Guerra Popular Prolongada en Palestina, de si es posible llevar a cabo una guerra exitosa de Liberación Nacional en el difícil contexto palestino de constante sangría y migrados recursos económicos. Hay ejemplos históricos de ello: los nacionalistas argelinos triunfaron en su guerra contra el proyecto colonial francés en Argelia, en condiciones extremadamente desiguales, que también suponían un régimen colonial de asentamiento, con la llegada de colonos franceses y la segregación y subordinación de la población argelina. La expresión más reaccionaria de dicho proyecto, el grupo de militares fascistas franceses de la OAS (Organisation de l’Armeé Secrete), llegó a orquestar un fracasado golpe de estado contra la IV República francesa, que fue frenado por el general Charles de Gaulle. También son ejemplos de guerras de liberación nacional exitosas dirigidos por revolucionarios nacionalistas de izquierdas los casos de Cuba, Nicaragua o Zimbabue.
La resistencia nacional palestina ha seguido existiendo y luchando en todo su espectro político, desde el FPLP hasta los reaccionarios religiosos. Las acciones que hemos visto estos días, aunque estén lideradas por el ala reaccionaria y feudal, representada por Hamás, incluyen la participación de milicias seculares, progresistas y democráticas; las brigadas del Mártir Abu Alí Mustafá, ligadas al FPLP; o de los Mártires de Al-Aqsa, anteriormente ligadas a Fatah (y que ahora han denunciado a los oportunistas en los despachos de la Autoridad Palestina y actúan independientemente). Todos estos grupos llevan tiempo coordinándose mediante una dirección militar conjunta. Esta dirección, y no Hamás, es el espacio desde donde se hizo el primer llamamiento popular masivo a la insurrección armada contra la ocupación colonial de Israel el día 7 de octubre, marcándolo como una acción planificada y ejecutada por la resistencia nacional en su conjunto. Este tipo de alzamientos en los territorios de Gaza, Cisjordania y el sur del Líbano ponen en tensión y desestabilizan el estado israelí, que cuenta también con un buen número de palestinos en su «interior», susceptibles de sublevarse. Esta desestabilización creciente hará cada vez más difícil al estado de Israel poder sobornar a amplias capas de la población y creará contradicciones en el seno de su régimen que abrirán las puertas a su derrocamiento.
Por último, pero no menos importante: un alzamiento armado de la resistencia nacional con presencia de posturas comunistas, aunque no sean hegemónicas, tiene que ser celebrado como una buena noticia. Como hemo explicado, los comunistas palestinos han tenido siempre una postura de llamado a la unidad nacional para enfrentar al ocupante sionista. Esto desarrolla las contradicciones internas en el seno de la resistencia nacional, facilita la aparición de activistas avanzados, la escisión hacia la izquierda de sectores intermedios patrióticos, arrastrar a los vacilantes y atrasados y la pugna contra las posturas reaccionarias. Este alzamiento, tarde o temprano, reducirá su intensidad y entrará en una fase de reflujo. Entonces es cuando más falta hará la presencia de revolucionarios convencidos y con principios como los comunistas palestinos para recoger la bandera de la lucha ante las vacilaciones o capitulaciones del centro y la derecha de la resistencia nacional. Tradicionalmente, episodios como el que estamos observando se han traducido en rondas de negociación entre Israel y las principales organizaciones de la resistencia nacional: Hamás y Fatah, que oportunistamente intentan acrecentar sus cotas de poder y autonomía en el marco de la Autoridad Palestina, a veces incluso traicionando a otros miembros de la resistencia, como el caso expuesto de la detención de Ahmed Sadat en 2007.
Por lo tanto, por todo lo expuesto, condenar la violencia de este levantamiento es condenar la Resistencia Nacional Palestina en su totalidad. Es posicionarse al lado del agresor colonial sionista. Es deber de todos los revolucionarios e internacionalistas honestos en España responder al valiente alzamiento del pueblo palestino con nuestra solidaridad incondicional a sus esfuerzos hacia la liberación nacional.
5. Aspectos importantes que cabe recordar.
- El pacifismo pequeñoburgués apela al supuesto “humanitarismo” y «orden legal» de la «comunidad internacional» y a la «no-violencia» para la resolución del “conflicto” entre Israel y Palestina. Esta posición no puede, sino partir de una concepción absolutamente idealista sobre cómo funciona el mundo. La comunidad internacional y su Ley no existen realmente más allá de lo que los intereses de las potencias imperialistas permiten. Las verdaderas leyes que las rigen son su competencia absoluta y su alianza relativa, y la recurrencia cíclica de crisis fruto de los constantes intentos de reparto del mundo. La resistencia nacional palestina ha realizado muchas acciones de carácter pacífico que han terminado en terribles carnicerías. La protesta no violenta no es una opción. Dejarse matar no es una opción. Los levantamientos armados de la Resistencia es lo que verdaderamente daña y mina al Estado israelí y al imperialismo.
- El reformismo radical, que a veces ostenta ideas pacifistas y a veces, sobre el papel, defiende el derecho de los Palestinos a defenderse en mayor o menor grado; apela también a las instituciones burguesas, citando las distintas resoluciones de la ONU, desde 1947 hasta hoy, que son en el fondo la base para la legitimidad de Israel y los colaboracionistas de la Autoridad Palestina. La partición en dos Estados mantiene la existencia de un Estado colonial que solo sirve a los intereses imperialistas, principalmente de EEUU y para negar la posibilidad de un Estado único palestino, popular, democrático y secular, que pueda llegar a ejercer de punta de lanza para la revolución democrática en el mundo árabe.
- El infantilismo izquierdista, que sostiene que estamos ante un conflicto de carácter interimperialista, y que, por lo tanto, no cabe apoyar a la resistencia nacional de palestina, pues estos son títeres de potencias extranjeras como China o Rusia, y «ambos lados son malos». La realidad es que el Estado de Israel obtiene apoyo y reconocimiento, desde Berlín a Washington, desde Moscú a Beijing. Lo demuestran los acuerdos comerciales entre Rusia e Israel[13], o el acercamiento diplomático[14] y las exitosas negociaciones para el acceso e inversión china en el puerto de Haifa[15]. La resistencia nacional palestina no es ningún títere imperialista, sino la genuina cristalización del deseo de libertad de un pueblo oprimido. En todo Occidente, las muestras de solidaridad están siendo reprimidas por la dictadura de la burguesía porque es con la causa de Palestina con quién las masas populares de todo el mundo verdaderamente se solidarizan. Su lucha también es la nuestra.
[1] A veces, esta independencia formal puede ser usada por parte de sus respectivas clases dirigentes para renegociar su sometimiento o cambiar de amo preferente, como podemos observar hoy en las veleidades diplomáticas con China que mantiene una semi-colonia grande como Brasil, un país principalmente dependiente de los EE.UU.
[2] Aquellos que solo pueden vivir parcialmente del trabajo asalariado, y siguen participando de distintas formas de trabajo servil o por cuenta propia de manera informal.
[5] https://www.marxists.org/espanol/mao/escritos/TAJI35s.html#p171b SOBRE LA TÁCTICA DE LA LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO JAPONÉS – Mao Tse Tung
[6] https://www.marxists.org/espanol/mao/escritos/WTM37s.html#p305 LUCHEMOS POR INCORPORAR A MILLONES DE INTEGRANTES DE LAS MASAS AL FRENTE ÚNICO NACIONAL ANTIJAPONÉS – Mao Tse Tung
[7] El papel de Stalin y el PCUS en el reconocimiento del estado de Israel por parte de la URSS es algo que conviene estudiar para ser criticado de manera honesta, estudio que nosotros aún no hemos realizado como es debido.
[8] Aunque no se trata de un grupo maoísta, nuestro estudio nos hace considerar el FPLP como una fuerza progresista, por lo que respecta a la tarea de la liberación nacional del pueblo palestino, aunque su eclecticismo ideológico les lleva a posicionamientos con desviaciones importantes, como planteamientos «multipolaristas» valorando a Rusia y China como fuerzas internacionales positivas (publicación-resumen de su séptima conferencia nacional, fechada en 2013 y disponible en https://pflp.ps). Hay que tener en cuenta que, a lo largo de las últimas tres décadas, el FPLP ha perdido una parte importante de su fuerza histórica, con más de 5000 presos y muchos más caídos a manos de las fuerzas coloniales de Israel: combatientes, militantes, simpatizantes y no pocos dirigentes están hoy en las prisiones israelíes. Ellos mismos admitían, pocos días antes del ataque del 7 de octubre mediante una entrevista a un miembro del Buró Político del Frente, encontrarse en un momento de debilidad y encarando un proceso de reconstrucción y acumulación de fuerzas. Aún no hemos podido analizar más en detalle el recorrido de esta organización, sus aciertos y errores. Cualquier novedad o información al respecto será bienvenida. Entrevista disponible en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=EqQUOYcJzds
[9] Disponible gratuitamente en castellano en la web de la editorial «Foreign Language Press».
[10] https://www.bannedthought.net/International/RIM/AWTW/1995-20/the_Yasser_Arafat_Surrender_Ceremony_20_eng.htm A título informativo, aportamos el posicionamiento público del Comíte del Movimiento Revolucionario Internacional (CoRIM, en inglés) fechado en 1993 respecto la firma de los acuerdos de Oslo.
[11] https://www.bannedthought.net/International/RIM/AWTW/2002-28/28_PalestineonFrontLines.htm Artículo de 2002 de la revista «A World to Win», con un análisis interesante respecto la situación palestina a inicios del presente siglo. La revista era editada conjuntamente por las organizaciones maoistas del Revolutionary International Movement, pero téngase en cuenta la influencia del revisionista Bob Avakian y su partido, el RCP-USA, en los posicionamientos de dicha revista.
[13] https://www.russia-briefing.com/news/russia-israel-trade-and-investment-2022.html/
[14] https://www.haaretz.com/israel-news/2021-11-17/ty-article/.premium/israels-herzog-chinas-xi-discuss-iran-abraham-accords-in-historic-phone-call/0000017f-e2ad-d7b2-a77f-e3af3aba0000
[15] https://circuit.news/2023/05/08/tech-driven-chinese-port-in-haifa-aims-for-interconnected-mideast/